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Familiares, colegas y amigas que se lucran con la cercanía al poder socialista

Mauricio Rubio
22 de agosto de 2024 - 05:05 a. m.

El mercantilismo de amigotes que pregonan ser altruistas no es siempre capitalista y varonil. También hay féminas de izquierda hábiles para los contactos indelicados e ilegales con el Estado.

Trinidad Jiménez era la protegida de José Luis Rodríguez Zapatero cuando hace dos décadas conoció a Pedro Sánchez. Él empezaba su carrera en el PSOE y recibió un primer empujón. Los dos, concejales madrileños, se reunían para preparar el programa económico del partido. Forjaron una estrecha amistad que la llevó a romper los pactos que “tenía firmados previamente con el equipo del alcalde” por no ser de izquierda. Tras dejar la política capitalina para entrar al gobierno de Zapatero, Jiménez encabezó dos ministerios poco relacionados con su formación para aterrizar finalmente en Telefónica. Su fichaje lo decidió el entonces presidente de la empresa “como favor a Zapatero, pese al ruido mediático que generó”. Incluso Pablo Iglesias criticó la “puerta giratoria” que la beneficiaba. Desde el 2016 sus contactos con la nueva cúpula socialista la hicieron inmune a reajustes de planta y despidos. Actualmente, como directora de Estrategia Global y Asuntos Públicos de la multinacional, su sueldo ronda el millón de euros anuales. A pesar de la carga de trabajo que implica ser responsable de Telefónica para toda Latinoamérica, esta izquierdista privilegiada combina su cargo con la presidencia de la Cámara de Comercio Brasil-España. Como detalle curioso, Jiménez es sobrina del primer fiscal jefe Anticorrupción en España.

Laura y Alba, las dos hijas de Zapatero, se hicieron famosas en redes sociales desde el 2009 cuando, en medio de un viaje oficial de su padre y la primera dama española a los EE. UU., abandonaron su discreción y aparecieron en una foto con Barack y Michelle Obama. Por ser entonces menores la escena publicada parecía surrealista: dos presidentes con sus respectivas esposas sonrientes acompañados por un par de adolescentes con vestimenta gótica pero el rostro desvanecido para protegerlas de miradas indiscretas, machistas o abusadoras.

Laura estudió Comunicación Visual y Artes Escénicas pero su verdadera vocación es ser emprendedora. Tras varios empleos, en 2019 fundó Whathefav, “una agencia especializada en el mundo de los eSports” que dirige y en la que colabora su hermana. A principios de 2024 la empresa publicó en LinkedIn una oferta de trabajo para un “creador de contenido relacionado con el mundo gamer”. Buscaban una persona “venezolana pero residente en Madrid” que desarrollara, desde la capital española, “un proyecto de gaming en Venezuela”. La empresa va viento en popa. Sus clientes son “grandes medios nacionales como La Razón, El Español, El Plural o Público, amén de empresas de talla mundial como Huawei, Neox Games o Agem”. Así, en 2022, recién creada la compañía, la facturación superaba los 300 mil euros, un incremento del 24 % sobre 2021. Sorprende el reducido número de seguidores de este negocio en redes sociales, que no corresponde a sus ventas. En X, por ejemplo son apenas 190. Los buenos contactos del padre les permiten a estas empresarias concentrarse en unas pocas sociedades importantes sin distraerse con nubes de chichipatos.

Delcygate es el rótulo del escándalo que causó en España la escala por algunas horas en Madrid de Delcy Rodríguez, vicepresidente y ministra del régimen Maduro quien desde 2018 tiene vetada su entrada al espacio Schengen y congelados sus activos en Europa por ser responsable de “violaciones de los derechos humanos y de socavar la democracia y el Estado de derecho en Venezuela”. A medianoche del 19 de enero de 2020 un avión privado aterrizó en el terminal ejecutivo del aeropuerto. Allí esperaban en un carro camuflado José Luis Ábalos, ministro de Sánchez, y su asistente. Subieron a la aeronave y luego bajaron con 12 maletas cuyo contenido aún es un misterio por la inmunidad diplomática. Uno de los pasajeros desde Caracas era Jorge Giménez Ochoa, joven protegido del régimen, presidente de la Federación Venezolana de Fútbol y probable sucesor o rival de Alex Saab en el manejo “de los negocios que se deciden en las cúpulas del chavismo”. Con la posible excepción de Cilia Flores, bienaventurada esposa de Maduro, Delcy es la mujer más poderosa de Venezuela. Hija de un guerrillero que, acusado de secuestro, murió torturado, juró con su hermano vengar esa muerte. “Una buena militante, una buena revolucionaria, pero muy enredadora” diría de ella Hugo Chávez, su primer mentor.

Ciertas mujeres privilegiadas de izquierda ya no lloran. Difícil equipararlas a víctimas del patriarcado: facturan o devengan gracias a machos que las protegen y favorecen con recursos públicos. En Colombia ahí se observa un gran Cambio. Pero habrá que esperar una historiadora seria, ecuánime y feminista, que ayude a entender el origen y la lógica del monumental poder político de Laura Sarabia con eventuales beneficios económicos para ella y su familia.

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Duncan Darn(84992)23 de agosto de 2024 - 09:33 a. m.
Mauricio Rubio ...¿ o debo llamarlo Marco Rubio? La misma pelambre!!!....
Carlosé Mejía(19865)23 de agosto de 2024 - 02:29 a. m.
Lo de Laura Sarabia resulta absolutamente inadmisible y nos consta.
Constanza(15576)23 de agosto de 2024 - 01:58 a. m.
Uyyyy... les toco el nervio a los petristas
jomavasu(adh7f)23 de agosto de 2024 - 01:57 a. m.
La platica no tiene partido y entra mas mejor, sea como sea
enriqueparra1978(84821)22 de agosto de 2024 - 10:37 p. m.
La envidia es el peor de los males de cualquier persona, culta o inculta. Lo lógico sería que si a una o a muchas personas les va bien eso cause alegria en sus familiares, amigos y en la comunidad donde viven. Pero no siempre es así. La envidia es maledicente, torpe y odiosa. Ojalá desapareciera del alma humana.
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