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Filosofía, chuzadas y paz total

Mauricio Rubio
22 de junio de 2023 - 02:00 a. m.
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Una ingenua afirmación de Gustavo Petro en Alemania debió orientar el debate más hacia la negociación con el ELN que al enredo político sobre chuzadas y dineros que salpica al Gobierno.

“Creen que un filósofo estudiado en Alemania puede interceptar teléfonos y cosas de esas”, dijo ante una audiencia de convencidos seguidores que lo aplaudieron y “ovacionaron en varios momentos de su discurso”. Con su comentario tan jovial como ligero el mandatario buscaba defender a Manuel Alberto Casanova, cabeza del Departamento Nacional de Inteligencia (DNI), de las acusaciones sobre supuestas interceptaciones ilegales a periodistas, militares retirados y opositores.

Por otras frases soltadas en el Instituto Iberoamericano (IAI) de Berlín, se deduce que era un auditorio estudiantil al que Petro daba un espaldarazo sobre la sólida formación moral que estaban recibiendo. Gran desacierto, trinó Mario Jursich anotando que J. Edgar Hoover reclutaba agentes para el FBI en las mejores universidades norteamericanas. Los mejores espías, por lo general, tenían grado en humanidades.

También recordó que una bogotana, filósofa con excelentes calificaciones de la Universidad de los Andes, acabó siendo pareja y cómplice de Aldrich Ames, un espía doble de la CIA que se enriqueció ilegalmente para darle una vida de lujos. Se habían conocido cuando ambos trabajaban en las embajadas de sus países en México. Con 21 años, aún estudiante, Ames había entrado a los servicios de inteligencia. Tras un período de labores rutinarias, al graduarse lo ascendieron para trabajar con grabaciones y chuzadas. Lo hizo tan bien que lo enviaron a Turquía para reclutar oficiales de inteligencia soviéticos y volverlos agentes dobles al servicio de la CIA. Su buen desempeño continuó y lo promovieron a coordinador de inteligencia en Europa. Allí destapó la traición de un espía norteamericano y convenció a un ruso para colaborar con el enemigo. Cuando lo repatriaron para la sede de la Agencia en Virginia, llegó con Rosario Casas, su nueva pareja, acostumbrada a un nivel de vida que el aplicado espía consideró no podría satisfacer con su modesto sueldo. Para mejorar su nivel de vida empezó a cobrar por la información privilegiada que manejaba. Tras entregarles a los soviéticos un colega espía que operaba en Moscú, fijó jugosas tarifas por sus servicios y en pocos años hizo fortuna que alegremente gastaba con su pareja bogotana. Ambos dejaron bien claro que los estudios superiores, incluso de filosofía, no bastan para respetar la ley sin maromas financieras inescrupulosas.

Afirmar que la filosofía o las humanidades vacunan contra las interceptaciones telefónicas ilegales es tan candoroso como anotar que economistas, juristas o financistas con varias especializaciones son inmunes a la corrupción. Todo lo contrario. Se requieren esos conocimientos y aptitudes para alzarse con recursos ajenos de manera impune. La malversación de grandes sumas de dinero es más sofisticada que un robo de banco. Entender sus costos y su mecánica, para ejecutarla o detectarla, requiere educación superior y aportes de varias disciplinas. La universidad, a nivel de posgrado, es el sitio indicado para estudiarlas. De manera análoga, el espionaje, “acechar subrepticiamente para redactar mensajes indescifrables o para confundir al público con un coctel de apariencia y verdad”, es un arte que no se da silvestre ni se aprende en bachillerato.

Se entiende que estas realidades no cuadren con un discurso pronunciado en un entorno académico como el del IAI en Berlín. Tal vez Petro, imitando a Hoover, trataba de reclutar colaboradores más idóneos para su “primera línea” de lealtad y confianza que Laura Sarabia y Armando Benedetti. Lo paradójico es que el contacto con el director del DNI cuya integridad buscaba defender Petro lo estableció en la antítesis de una facultad de filosofía: la guerrilla urbana del M-19.

A priori, el perfil de Casanova no suscita más recelo que el de cualquier zar de inteligencia anterior en el país. “Es un misterio, un fantasma; un hombre que deja pocas huellas […] es como el personaje de una película de espías: una incógnita […] tímido y reservado, responsable, capaz de grandes cargas de trabajo analítico. […] Nunca ha tenido una sola investigación por su trabajo público [que] desempeñó de manera destacada”. Difícil pensar que ese currículum tenga algo que ver con su formación universitaria de filósofo. Uno de sus posgrados es en clandestinidad, que impone eficacia y discreción.

La lealtad con su superior solo Petro debe y puede juzgarla. Pero un gran activo de este personaje es haber trabajado con Carlos Pizarro. Además, “era de una estructura bastante clandestina, una de fuerzas especiales”, anota Darío Villamizar. Así, Casanova pudo conocer de primera mano los horrores de la guerra sucia. Este know-how es útil para la paz total, sobre todo con el ELN. En el fondo, alivia saber que un pupilo del Comandante Papito trabaja en el equipo de Danilo Rueda, terco pregonero de que “es posible acabar el conflicto armado a través del diálogo”.

Referencias

 

Mario(196)22 de junio de 2023 - 10:21 p. m.
A que discurso se refiere? me gustaria leerlo y formame mi propia opinion de lo que dijo Petro.
Mario(16018)22 de junio de 2023 - 09:04 p. m.
Excelente columna. Petro sigue dando lora en todas partes.
Daga(46837)22 de junio de 2023 - 05:47 p. m.
¿Qué, qué?
Felipe(c4w2p)22 de junio de 2023 - 05:12 p. m.
si demasiado intelectual su columna. sabe o que es estar enfrentado a acabar con la corrupcion existente . trabajo concreto y agotador .
Ana(q2pty)22 de junio de 2023 - 04:56 p. m.
Que embrollo de conceptos las de éste personaje.Yo pienso que ni el las entiende.
  • Carlos(34560)23 de junio de 2023 - 02:26 a. m.
    Es entendible en ustedes. No los culpo.
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