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                                                                                                                                Infidelidades descaradas

                                                                                                                                La infidelidad se vuelve rutinaria. Al ser descubiertos, hay quienes no pierden la calma.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Semanas después, ante un largo retraso injustificado de Pablo sin contestar llamadas, siguió su intuición y se fue a buscarlo a aquel extraño edificio. Cuando el portero dijo “qué se le ofrece”, ella sacó de la cartera una foto y, furiosa, dio una instrucción terminante: “dígale a este señor que salga, que la esposa está aquí abajo”. El vigilante llamó por el citófono. Al rato Claudia alcanzó a oír un Volkswagen saliendo por el garaje. No tuvo ánimo de volver inmediatamente a la casa ni de rumiar la rabia donde alguna amiga. Se tomó un café, deambuló como zombi, y cuando volvió encontró a Pablo fresco, echado frente al televisor. Como si nada, él le soltó un ¿por qué te demoraste tanto?

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No del todo convencida y, como decían las tías, “haciendo de tripas corazón”, Claudia volvió a su casa echándole tierra al asunto para seguir adelante. Tranquilidad no volvió a tener. El débil montaje duró unos meses. Las nuevas señales de alarma las prendió el hijo menor, el que no había aceptado el abandono materno. “Mi papá hace muchas llamadas por celular, y en sitios raros, como el baño”. El desespero volvió a cundir en Claudia, y un corto seguimiento no dejó dudas. Aunque el celular de Pablo funcionaba a tope, él volvió a negar cualquier desliz. Displicente, se limitó a un “no empieces de nuevo con tus cuentos raros”.

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Ver más…

                                                                                                                                La infidelidad se vuelve rutinaria. Al ser descubiertos, hay quienes no pierden la calma.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Semanas después, ante un largo retraso injustificado de Pablo sin contestar llamadas, siguió su intuición y se fue a buscarlo a aquel extraño edificio. Cuando el portero dijo “qué se le ofrece”, ella sacó de la cartera una foto y, furiosa, dio una instrucción terminante: “dígale a este señor que salga, que la esposa está aquí abajo”. El vigilante llamó por el citófono. Al rato Claudia alcanzó a oír un Volkswagen saliendo por el garaje. No tuvo ánimo de volver inmediatamente a la casa ni de rumiar la rabia donde alguna amiga. Se tomó un café, deambuló como zombi, y cuando volvió encontró a Pablo fresco, echado frente al televisor. Como si nada, él le soltó un ¿por qué te demoraste tanto?

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No del todo convencida y, como decían las tías, “haciendo de tripas corazón”, Claudia volvió a su casa echándole tierra al asunto para seguir adelante. Tranquilidad no volvió a tener. El débil montaje duró unos meses. Las nuevas señales de alarma las prendió el hijo menor, el que no había aceptado el abandono materno. “Mi papá hace muchas llamadas por celular, y en sitios raros, como el baño”. El desespero volvió a cundir en Claudia, y un corto seguimiento no dejó dudas. Aunque el celular de Pablo funcionaba a tope, él volvió a negar cualquier desliz. Displicente, se limitó a un “no empieces de nuevo con tus cuentos raros”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Ver más…

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