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                                                                                                                                Infidelidades repentinas

                                                                                                                                Me disculpo con las personas creyentes, pero desde joven pensé que la Virgen María embarazada significaba José cornudo. Algunas infidelidades toman por sorpresa a todo el mundo, hasta a sus protagonistas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Nelly, secretaria de Ricardo, la más organizada y eficiente que tuvo en su vida, era incómodamente servicial. Su tono paisshita lo ponía nervioso: alguna vez le alcanzó a susurrar tomándolo del brazo: “Vea, doctooor, yo aquiií estoy para atendeeerlo”. Por fortuna ella mantenía un romance con el antiguo jefe. Así, los cafés sin azúcar pero con mucha dulzura no pasaron a mayores. En esa división trabajaban con Ricardo sólo mujeres, cinco en total. Una era tan poco agraciada, tan agria e insoportable que lograba resaltar cotidianamente la juventud, frescura y belleza de Adriana, quien acababa de cortar con el novio. Hubo, él lo reconoce, amagos mutuos de flirteo. Adriana, emprendiendo entusiasta cualquier tarea —”¡claro, esto me fascina!”— y riéndose de los apuntes más bobos. Él, evitándole trabajo aburrido, calibrando sus chistes y dejándola irse temprano.

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Joaquín fue jefe de Ricardo en su paso por la burocracia estatal. “Su horario era demencial. Reuniones, comités, Congreso y asuntos protocolarios todo el día. El jefe llegaba a trabajar a las seis de la tarde. La trasnochada era casi cotidiana”. Cuando el documento “urgente para mañana a las nueve” era corto, al terminarlo Joaquín sacaba una botella de whisky y empezaban a jugar Diplomacy. Los participantes eran cinco o seis hombres, todos casados, ninguna mujer. En las respectivas casas, Aracely, la secretaria de Joaquín, ya había avisado que el doctor llegaría tarde otra vez. Algunas esposas debieron sospechar que las demoras se debían a juegos más picantes. Ricardo sonríe: “Nada más zanahorio que esas trasnochadas”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Carlos y Paula se conocieron empezando la universidad. Ella, de familia rica, vivía en el exterior y pasaba vacaciones en Bogotá. No era atractiva, más bien callada, introvertida y cero coqueta. Había que explicarle muchos chistes. Tenía incluso un deje de acento gringo por su high school. El noviazgo a distancia funcionó durante años y Carlos lo manejó sin deslices. Apenas graduado se casó y vinculó laboralmente con la familia política. Vivieron en una casa sabanera. Trabajador y muy buen papá, era él quien se levantaba a hacerles desayuno a los hijos y llevarlos al colegio. Con el desorden del Caguán decidieron emigrar. El sueño de muchas parejas de esa edad, construir una gran casa suburbana a la medida de sus caprichos, con jardín y piscina, con el respaldo de una buena chequera, terminó siendo la pesadilla de Carlos. Sin saber a qué hora, Paula se enamoró del contractor, despachó a su esposo y empezó una nueva vida.

                                                                                                                                Feliz Navidad, cuando tanto duelen las infidelidades.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Ver más…

                                                                                                                                Me disculpo con las personas creyentes, pero desde joven pensé que la Virgen María embarazada significaba José cornudo. Algunas infidelidades toman por sorpresa a todo el mundo, hasta a sus protagonistas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Nelly, secretaria de Ricardo, la más organizada y eficiente que tuvo en su vida, era incómodamente servicial. Su tono paisshita lo ponía nervioso: alguna vez le alcanzó a susurrar tomándolo del brazo: “Vea, doctooor, yo aquiií estoy para atendeeerlo”. Por fortuna ella mantenía un romance con el antiguo jefe. Así, los cafés sin azúcar pero con mucha dulzura no pasaron a mayores. En esa división trabajaban con Ricardo sólo mujeres, cinco en total. Una era tan poco agraciada, tan agria e insoportable que lograba resaltar cotidianamente la juventud, frescura y belleza de Adriana, quien acababa de cortar con el novio. Hubo, él lo reconoce, amagos mutuos de flirteo. Adriana, emprendiendo entusiasta cualquier tarea —”¡claro, esto me fascina!”— y riéndose de los apuntes más bobos. Él, evitándole trabajo aburrido, calibrando sus chistes y dejándola irse temprano.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Joaquín fue jefe de Ricardo en su paso por la burocracia estatal. “Su horario era demencial. Reuniones, comités, Congreso y asuntos protocolarios todo el día. El jefe llegaba a trabajar a las seis de la tarde. La trasnochada era casi cotidiana”. Cuando el documento “urgente para mañana a las nueve” era corto, al terminarlo Joaquín sacaba una botella de whisky y empezaban a jugar Diplomacy. Los participantes eran cinco o seis hombres, todos casados, ninguna mujer. En las respectivas casas, Aracely, la secretaria de Joaquín, ya había avisado que el doctor llegaría tarde otra vez. Algunas esposas debieron sospechar que las demoras se debían a juegos más picantes. Ricardo sonríe: “Nada más zanahorio que esas trasnochadas”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Carlos y Paula se conocieron empezando la universidad. Ella, de familia rica, vivía en el exterior y pasaba vacaciones en Bogotá. No era atractiva, más bien callada, introvertida y cero coqueta. Había que explicarle muchos chistes. Tenía incluso un deje de acento gringo por su high school. El noviazgo a distancia funcionó durante años y Carlos lo manejó sin deslices. Apenas graduado se casó y vinculó laboralmente con la familia política. Vivieron en una casa sabanera. Trabajador y muy buen papá, era él quien se levantaba a hacerles desayuno a los hijos y llevarlos al colegio. Con el desorden del Caguán decidieron emigrar. El sueño de muchas parejas de esa edad, construir una gran casa suburbana a la medida de sus caprichos, con jardín y piscina, con el respaldo de una buena chequera, terminó siendo la pesadilla de Carlos. Sin saber a qué hora, Paula se enamoró del contractor, despachó a su esposo y empezó una nueva vida.

                                                                                                                                Feliz Navidad, cuando tanto duelen las infidelidades.

                                                                                                                                No ad for you

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