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La Griselda de Sofía Vergara

Mauricio Rubio
08 de febrero de 2024 - 02:00 a. m.
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La nueva serie sobre el narcotráfico colombiano ha tenido un éxito arrollador a nivel global. Algunos parroquianos han advertido que no la verán. Desprecian elementos útiles para entender nuestra enredada historia de violencia.

Lamentablemente esos moralistas seguirán siendo caja de resonancia para la sarta de mitos sobre el “conflicto armado” que aún aflige al país. Una de esas leyendas insiste en la asociación directa entre miseria y violencia, ignorando que el mayor combustible de la guerra, el tráfico de drogas, no surgió en territorios aislados y marginados que con los años acabarían involucrados sino en las zonas más industrializadas y pujantes del país.

Ana Lucía Restrepo, la madre de Griselda, fue abusada sexualmente por su patrón en la finca donde trabajaba. “Cuando la esposa del agresor descubrió la verdad despidió a Ana y a su hija de tres años”. Emigraron a Medellín al vecindario que después se convertiría, por decreto, en zona roja de la ciudad.

“La violencia colombiana empezó en el barrio Antioquia… la historia de este barrio es la historia de Colombia”, sentencia un líder comunitario. Los primeros asentamientos fueron de familias campesinas atraídas por la prosperidad de Medellín donde a principios del siglo XX ya había una vigorosa actividad industrial y comercial. El barrio “fue receptor de artesanos, familias de clase obrera e inmigrantes campesinos”. Con el auge textilero, allí se alojaron operarios y surgió un polo de fabricación de ropa interior en el que trabajaban muchas mujeres. La Violencia de mitad de siglo tuvo allí “algunas de sus más demenciales manifestaciones … una señal, un color, un artefacto era suficiente para provocar la tortura de los cuerpos de las víctimas”.

Un punto de quiebre en la vida del barrio Antioquia fue el decreto 517 de 1951 que buscó localizar allí la zona de tolerancia. Para algunos habitantes, esta medida “es la raíz de la violencia colombiana, una violencia creada por el Estado … Marcó el momento en el cual todo empezó a pudrirse … la violencia que el barrio vive hoy es el legado de la que vivió con el decreto 517″. El bajo mundo de Medellín, muy congregado en Guayaquil, en el centro de la ciudad, se trasladó súbitamente al barrio Antioquia. “El primer día del decreto 30 casas del barrio se transformaron en prostíbulos, 45 días después había 215”.

En ese ambiente sórdido creció Griselda, con su madre dedicada a atender malandros y futuros mafiosos. No sorprende que de pequeña ya fuera una experta carterista ni que a los 11 años con un grupo de menores vecinos secuestraran a un niño que mantuvieron varias semanas mientras negociaban el rescate. Como no les pagaron, ella misma le pegó un tiro.

A los 14 años se voló de la casa para evitar la violencia sexual de su padrastro y se casó con un delincuente dedicado a la falsificación de documentos y a enviar inmigrantes ilegales a los EE. UU.

Así, a la pobreza campesina con el “problema de la tierra” como causa de la violencia colombiana deben sumársele el abuso de menores y las malas compañías para acercarse a la génesis del conflicto más largo del mundo.

La secuela infalible de la visión de las “causas objetivas de la violencia” es otro mito: el rebelde o subversivo, generalmente marxista, que toma las armas para dirigir al pueblo hacia la toma del poder. A la intelectualidad que no supera esta leyenda le incomodan personajes como Griselda Blanco que, motivados por el lucro más que por la justicia social, han logrado darle poder, económico o político, a las clases marginadas urbanas. La Madrina, como la llamaban algunos, se posicionó en Miami “gracias a una red de mujeres prostitutas que conocía desde Medellín y que entrena para que viajen periódicamente con la droga escondida entre su ropa”. Para eso se requería no sólo tener abundantes contactos en el barrio Antioquia. Tocaba ser una mujer solidaria y con mucha empatía hacia ellas. La antítesis del cliente soberbio, despectivo y violento típico entre los capos del narcotráfico que siempre rehusaron trabajar con prostitutas, del pandillero proxeneta o del comandante guerrillero violador.

Los marielitos que organizó Griselda para defenderse de sus enemigos en la sangrienta guerra por el control del menudeo de cocaína que estalló en Miami en los años 80 también ilustran su capacidad de darles “una oportunidad de poder efectiva a los jóvenes no educados”. Fidel Castro, socialista, abrió el puerto del Mariel a los cubanos que quisieran emigrar. Además, vació las cárceles para enviar a los EE. UU. miles de “inadaptados y criminales” que saturaron los servicios de asistencia y pronto “asaltaron a ancianos jubilados, robaron sus delicatessen y convirtieron varios distritos en un paraíso para los traficantes de drogas”. Con discursos tan maternales como incendiarios la líder mafiosa aglutinó y dirigió estas insólitas milicias en un ejército popular que envidiaría cualquier político radical de izquierda en Colombia. Continúa...

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Jose(79omw)11 de febrero de 2024 - 02:02 p. m.
Muy buena su columna de hoy Sr. Rubio. Bien explicada.
Javier(qfigf)10 de febrero de 2024 - 02:09 p. m.
Esta historia desconocida por muchos (me incluyo) en verdad explica las causas de la violencia en el país y como una ley o un decreto puede causar tantos desastres y de esos hay cientos en nuestra legislación. Un ejemplo: el pico y placa que ha servido para ocultar las ineficiencias de los gobiernos citadinos frente al transporte masivo decente
Mercabal(a6ynp)09 de febrero de 2024 - 12:25 p. m.
El que la serie sea"buena" y muestre el daño de la violencia estructural en los seres humanos y la relación conque algunos parroquianos no la querríamos ver son cosas muy distintas. Empezó muy mal su columna articulando este argumento con dos variables que no tienen nada que ver la una con la otra. Hubiera sido genial que explicara su punto de vista sin recurrir a una débil explicación. Usted no tiene en la cabeza lo que muchos pensamos acerca de no querer verla. Que babosada
Carlosé Mejía(19865)09 de febrero de 2024 - 05:02 a. m.
Griselda Blanco, muy mal representada por la pésima actriz Sofía Vergara, no fue heroina, benefactora, revolucionaria ni nada por el estilo. Como Escobar, fue una criminal fruto de su entorno social, de sus experiencias y de su tiempo. Nada extraordinario. Nada que valga la pena recordar siquiera.
Sergio(3490)08 de febrero de 2024 - 09:56 p. m.
Vea pues: Pablo Escobar que sí tuvo ejércitos de sicarios en la barriada y hasta fundó un barrio entero y apadrinó a Uribe por sus multilicencias exprés para pistas por todo el territorio, que a su vez apadrinó ejércitos de Paras pobres y desposeidos en el campo y refundó la patria para beneficio de terratenientes, oligarquías traquetas y políticos kakos supuestamente han sido de izquierda, de acuerdo a este columnista mala leche. Pobre émulo de Pablo Felipe Robledo, con su hiel.
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