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                                                                                                                                Las lecciones de hacer cola

                                                                                                                                Una secuela del gobierno del cambio podría ser el aumento en las filas de acceso a ciertos servicios. Es útil repasar las reglas, trucos y enseñanzas que surgieron en sociedades agobiadas por la escasez.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Con el ascenso de la tecnocracia, las colas se volvieron tema de ingeniería administrativa con resultados dispares. Mientras que las grandes empresas establecieron protocolos para reducirlas, en la calle y los lugares públicos la gente siguió haciendo fila y organizándose espontáneamente. Mis peores recuerdos de hacer cola en Bogotá son los vivos que irrespetaban turnos, los empleados y vigilantes que los dejaban actuar impunemente, mi airada protesta y los comentarios de reproche por impaciente y problemático. También sufrí, en algunos conciertos o partidos, la fatídica secuencia laissez-faire inicial con pésima orientación para hacer fila, tumulto y reacción tardía, a veces agresiva, de la autoridad competente.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                “Siempre había colas que se formaban antes de que llegara el camión de distribución. Tocaba hacerlas a menos que uno fuera cercano al tendero. Había reglas generales. Cualquiera podía ausentarse siempre que dejara un objeto apropiado para reemplazarlo durante su ausencia: podía ser una bolsa, una lata, un ladrillo o una piedra”. Para esa norma básica había una salvedad “aprobada con entusiasmo y aplicada con prontitud”: una vez llegaba el camión, el objeto dejado como cuidador del puesto perdía de inmediato su función.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Comportarse respetuosamente y ayudar a que se cumplieran las normas podía marcar el principio de largas amistades. Un vecino en la misma fila o alguien que ayudara a supervisar objetos se volvía alguien a quien acudir luego para cualquier adversidad.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                El sutil balance entre cumplir las normas o violarlas que se aprendía haciendo fila servía luego en otras áreas. Ese conocimiento era útil, por ejemplo, cuando el uniforme del colegio estaba un poco manchado o la peluquera hacía un corte que podía parecer imperialista o si las uñas estaban pintadas con un color poco usual, tal vez revisionista.

                                                                                                                                Más tarde, Lea Ypi se dio cuenta de que ese también fue su entrenamiento para abordar asuntos más complejos como la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, las libertades ciudadanas o hasta qué punto los chistes sobre el Partido y el gobierno podrían tener implicaciones serias. El quid del asunto era estar alerta al entorno para saber cuáles reglas seguían siendo relevantes, cuáles habían perdido alguna vigencia y cuáles eran totalmente obsoletas, dependiendo de eventos al azar o del capricho de algún burócrata con poder. Hacer colas matizaba las certezas de la ideología.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tras este sencillo análisis surge la sospecha de que un gobernante impredecible, que promueve el decrecimiento, cuyos nombramientos por lealtad pueden ser un disparate, que reniega de ciertas tradiciones, que manipula a su antojo los procedimientos usuales, que incluso flexibiliza la interpretación de las leyes y decide quienes pueden incumplirlas, encuentre en las colas una herramienta pedagógica para conducir a sus colaboradores y a la fracción incondicional del pueblo hacia las grandiosas metas que lo obsesionan.

                                                                                                                                Referencias

                                                                                                                                Una secuela del gobierno del cambio podría ser el aumento en las filas de acceso a ciertos servicios. Es útil repasar las reglas, trucos y enseñanzas que surgieron en sociedades agobiadas por la escasez.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Con el ascenso de la tecnocracia, las colas se volvieron tema de ingeniería administrativa con resultados dispares. Mientras que las grandes empresas establecieron protocolos para reducirlas, en la calle y los lugares públicos la gente siguió haciendo fila y organizándose espontáneamente. Mis peores recuerdos de hacer cola en Bogotá son los vivos que irrespetaban turnos, los empleados y vigilantes que los dejaban actuar impunemente, mi airada protesta y los comentarios de reproche por impaciente y problemático. También sufrí, en algunos conciertos o partidos, la fatídica secuencia laissez-faire inicial con pésima orientación para hacer fila, tumulto y reacción tardía, a veces agresiva, de la autoridad competente.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Para Albania, uno de los últimos bastiones del comunismo, hay disponible una excelente radiografía del fenómeno de colas cotidianas por productos de primera necesidad. La escribió, basada en sus recuerdos de infancia y adolescencia, Lea Ypi, politóloga académica, sensata, pragmática, buena comunicadora y divertida como pocas.

                                                                                                                                “Siempre había colas que se formaban antes de que llegara el camión de distribución. Tocaba hacerlas a menos que uno fuera cercano al tendero. Había reglas generales. Cualquiera podía ausentarse siempre que dejara un objeto apropiado para reemplazarlo durante su ausencia: podía ser una bolsa, una lata, un ladrillo o una piedra”. Para esa norma básica había una salvedad “aprobada con entusiasmo y aplicada con prontitud”: una vez llegaba el camión, el objeto dejado como cuidador del puesto perdía de inmediato su función.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Comportarse respetuosamente y ayudar a que se cumplieran las normas podía marcar el principio de largas amistades. Un vecino en la misma fila o alguien que ayudara a supervisar objetos se volvía alguien a quien acudir luego para cualquier adversidad.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Más tarde, Lea Ypi se dio cuenta de que ese también fue su entrenamiento para abordar asuntos más complejos como la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, las libertades ciudadanas o hasta qué punto los chistes sobre el Partido y el gobierno podrían tener implicaciones serias. El quid del asunto era estar alerta al entorno para saber cuáles reglas seguían siendo relevantes, cuáles habían perdido alguna vigencia y cuáles eran totalmente obsoletas, dependiendo de eventos al azar o del capricho de algún burócrata con poder. Hacer colas matizaba las certezas de la ideología.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tras este sencillo análisis surge la sospecha de que un gobernante impredecible, que promueve el decrecimiento, cuyos nombramientos por lealtad pueden ser un disparate, que reniega de ciertas tradiciones, que manipula a su antojo los procedimientos usuales, que incluso flexibiliza la interpretación de las leyes y decide quienes pueden incumplirlas, encuentre en las colas una herramienta pedagógica para conducir a sus colaboradores y a la fracción incondicional del pueblo hacia las grandiosas metas que lo obsesionan.

                                                                                                                                Referencias

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