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El celo excesivo de los medios con la presunción de inocencia produce absurdos como “presunto homicidio” para una muerte con arma de fuego, pero ocasionalmente la cautela desaparece.
En el caso del joven gay que se suicidó en un centro comercial, la prudencia y la cordura se esfumaron para el linchamiento mediático de la directora de su colegio. Transformando con saña “factor de riesgo” en “causa determinante”, los nuevos torquemadas profirieron condena sin atenuantes ni presunciones. Las pruebas se volvieron redundantes y lo complejo se simplificó a la brava. La turba sentenció que fue un suicidio inducido, virtual homicidio, del cual la madre ausente también es víctima: de la discriminación que mata, del colegio, del Estado y de todos los intolerantes que provocamos ese salto al vacío.
La realidad es que la orientación sexual de Sergio Urrego podría explicar mejor su muerte que muchos “presuntos culpables” juntos. En los EEUU, con autopsias psicológicas se han reconstruido las preferencias sexuales de algunos suicidas. Esos datos, suponiendo que las personas homosexuales constituyen el 3% o 4% de la población, muestran una proprorción de suicidas gays tres veces superior a la de heterosexuales. Un trabajo realizado en Dinamarca reveló que para las parejas homosexuales registradas como hogar, la probabilidad de morir por suicidio puede cuadruplicar el promedio. El mayor riesgo se concentra entre los gays, ocho veces más propensos a suicidarse. Las parejas de lesbianas casi no difieren del resto.
En varios países se ha observado un vínculo entre homosexualidad y tentativas de suicidio. Encuestas a adolescentes gringos han mostrado que la incidencia de intentos de suicidio entre LGB es hasta siete veces superior a la del resto. Además, la orientación sexual predice mejor las tentativas de hombres que de mujeres. Un meta análisis de estudios internacionales con jóvenes llega a la misma conclusión. Para adultos, persiste el fenómeno: en marcado contraste con la población heterosexual norteamericana, en la que los intentos de suicidio femeninos son tres veces superiores a los masculinos, los de gays son más frecuentes que los de lesbianas. En Colombia, donde por cada mujer que se suicida lo hacen cuatro hombres, la participación de los gays en el total podría ser mayor.
En general, la propensión al suicidio se asocia con desórdenes mentales, algo que también se observa en los gays. La elevada frecuencia de intentos de suicidio homosexual se da con depresión, ansiedad y consumo de sustancias, y esa asociación es más marcada en hombres que en mujeres. Hay acuerdo en que parte de la explicación de los desajustes mentales y las tendencias suicidas tiene que ver con los prejuicios, el estigma y la discriminación pero no se sabe si tiene más peso el rechazo familiar, el de los compañeros, el social o el institucional. Además, varios elementos indican que son muchos los factores de riesgo del suicidio diferentes a la homofobia. El más protuberante es que los suicidas heterosexuales son mayoritarios. Sin interés político nadie atribuye irresponsablemente un suicidio cualquiera a una causa precisa, de manera contundente, con base en informaciones de prensa. Las diferencias de suicidios y tentativas entre gays y lesbianas, que enfrentan discriminación similar, no se explican por esa razón. La persistencia en la proporción de gays que intentan suicidarse ha permanecido constante por décadas, sin que se perciba un efecto de la mayor aceptación de la homosexualidad. La información danesa confirma que hay algo más complejo que la discriminación: siendo uno de los países más liberales y tolerantes, las parejas gays socialmente aceptadas muestran tasas superiores de suicidio.
Nadie pensó en las consecuencias del juicio público a las directivas del Gimnasio Castillo, que no son más que “presuntos corresponsables con participación indeterminada” en el trágico suceso. Cualquier colegio se preocupará ahora por tener un manual de convivencia aprobado por Colombia Diversa. Pero también es probable que haya calado el mensaje que el suicidio de un alumno gay debe evitarse a toda costa, incluso refinando mecanismos de admisión y aprobación de pruebas académicas. Pensando en los 300 adolescentes que se suicidan cada año en el país, entre los cuales debe haber quienes salieron del armario y no soportan algunas manifestaciones de rechazo, difícil concebir una invitación más tentadora que ese “Sergio vivirás por siempre” en las redes sociales para dar ese paso definitivo hacia el paraíso.