Después de firmar con Irene Montero, ministra de igualdad española, un memorando de entendimiento contra la discriminación, la vicepresidenta colombiana Francia Márquez declaró que así se garantizará “la equidad entre todas las identidades de género”.
Lo que no tuvo en cuenta la vice es que la credibilidad de la célebre política feminista está en caída libre a causa del impacto inicial y contraproducente de la Ley de Garantía de la Libertad Sexual, mejor conocida como ley del ‘solo sí es sí’. En una lamentable y soberbia reacción, la Montero responsabilizó al machismo que “puede hacer que haya jueces que apliquen erróneamente la ley o que la apliquen de forma defectuosa… hay jueces que no están cumpliendo la ley… Vamos a reforzar la formación a todos los operadores judiciales para que ese machismo no lleve a comprometer la imparcialidad de los sistemas de justicia”.
En el pleno del Congreso, Carla Toscano, diputada de Vox, le reprochó a la ministra el insulto a toda la judicatura, sin siquiera tener en cuenta que los casos de violencia sexual los resuelven en su inmensa mayoría juezas, no jueces. “Hay que tenerla de cemento armado para insultar a profesionales que han pasado años estudiando derecho y una oposición, cuando el único mérito que tiene usted es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”.
Aunque quien presidía la sesión parlamentaria propuso no registrar el procaz comentario, la Montero solicitó lo contrario, “que se incorpore al diario de sesiones la violencia política, que se está ejerciendo en este momento… para que se pueda saber que las feministas y las demócratas somos más y les vamos a parar los pies a esta banda de fascistas”.
Carmen Herrarte, concejala de Ciudadanos en Zaragoza, tuvo una percepción de la Montero aún más contundente que la opinión de Carla Toscano. “Está donde está porque la ha fecundado un macho alfa”, anotó. No era la primera vez que los reparos a la misma ley se descalificaban por machistas y luego venía una irónica alusión al reino animal.
En marzo de 2020 hubo tensiones dentro del gobierno por el anteproyecto elaborado por el Ministerio de Igualdad. Pablo Iglesias, esposo de la Montero, anotó que en las “excusas técnicas” señaladas al texto había “mucho machista frustrado”. La entonces portavoz parlamentaria del Partido Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, anotó que “no me puedo imaginar mayor humillación, condescendencia y machismo. La señora Montero es la mujer más humillada de la política española”: su marido, el vicepresidente, había “salido cual macho alfa a defender a su hembra de un colega de un ministerio”.
En aquella ocasión, la ministra de igualdad se refirió de manera despectiva a su adversaria recordándole que era la viva prueba de la existencia de clases sociales en España pero que, viniendo de un medio favorecido, no le habían enseñado “educación ni respeto”. La tolerancia con las alusiones al machismo dentro de su pareja ha descendido tanto como su popularidad. Ahora se autoproclama víctima de la “violencia política” ejercida por la “banda de fascistas”, calificativo con el tranquilamente se refiere a sus colegas.
Por su lado, el energúmeno cónyuge nada que aprende la lección que quiso darle la implacable opositora del gobierno socialista: cual macho alfa, continúa insultando no solo a quien manifiesta un desacuerdo con su mujer sino a quien no la reconoce como víctima. “La tensión mayor en esta crisis no se ha vivido con los socialistas, sino dentro de UP (Unidas Podemos), con el durísimo ataque de Pablo Iglesias a Yolanda Díaz, a la que tildó de cobarde, miserable y estúpida por no defender a Montero”.
El desacierto con la judicatura requirió control de daños urgente del gobierno socialista. La ministra de hacienda anotó que habría que estudiar una eventual reforma de la ley porque el efecto buscado no era el que se estaba produciendo sino todo lo contrario. Igualdad reviró que la ley era intocable. La asociación Jueces para la Democracia, que difícilmente puede calificarse de reaccionaria, consideró inaceptable no haber previsto como consecuencia la reducción de penas y que “se arremeta contra los jueces/zas tachando sus decisiones como justicia machista o considerando que se trata de una aplicación defectuosa de la ley”.
Lo más irónico del caso es que la posibilidad de reducir la sanción a violadores proviene del hecho que la ley, inspirada en el lema “no es abuso, es violación”, fusionó varios tipos penales que tenían penas mínimas diferentes. Es precisamente la manía de irrespetar la doctrina penal, que históricamente ha tipificado de manera minuciosa las conductas punibles, lo que pretende seguir haciendo la Montero al declararse damnificada por la violencia política cuando la indigna un chiste machista. Francia Márquez debería ir a España a explicarle a UP lo que es una verdadera víctima.
Después de firmar con Irene Montero, ministra de igualdad española, un memorando de entendimiento contra la discriminación, la vicepresidenta colombiana Francia Márquez declaró que así se garantizará “la equidad entre todas las identidades de género”.
Lo que no tuvo en cuenta la vice es que la credibilidad de la célebre política feminista está en caída libre a causa del impacto inicial y contraproducente de la Ley de Garantía de la Libertad Sexual, mejor conocida como ley del ‘solo sí es sí’. En una lamentable y soberbia reacción, la Montero responsabilizó al machismo que “puede hacer que haya jueces que apliquen erróneamente la ley o que la apliquen de forma defectuosa… hay jueces que no están cumpliendo la ley… Vamos a reforzar la formación a todos los operadores judiciales para que ese machismo no lleve a comprometer la imparcialidad de los sistemas de justicia”.
En el pleno del Congreso, Carla Toscano, diputada de Vox, le reprochó a la ministra el insulto a toda la judicatura, sin siquiera tener en cuenta que los casos de violencia sexual los resuelven en su inmensa mayoría juezas, no jueces. “Hay que tenerla de cemento armado para insultar a profesionales que han pasado años estudiando derecho y una oposición, cuando el único mérito que tiene usted es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”.
Aunque quien presidía la sesión parlamentaria propuso no registrar el procaz comentario, la Montero solicitó lo contrario, “que se incorpore al diario de sesiones la violencia política, que se está ejerciendo en este momento… para que se pueda saber que las feministas y las demócratas somos más y les vamos a parar los pies a esta banda de fascistas”.
Carmen Herrarte, concejala de Ciudadanos en Zaragoza, tuvo una percepción de la Montero aún más contundente que la opinión de Carla Toscano. “Está donde está porque la ha fecundado un macho alfa”, anotó. No era la primera vez que los reparos a la misma ley se descalificaban por machistas y luego venía una irónica alusión al reino animal.
En marzo de 2020 hubo tensiones dentro del gobierno por el anteproyecto elaborado por el Ministerio de Igualdad. Pablo Iglesias, esposo de la Montero, anotó que en las “excusas técnicas” señaladas al texto había “mucho machista frustrado”. La entonces portavoz parlamentaria del Partido Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, anotó que “no me puedo imaginar mayor humillación, condescendencia y machismo. La señora Montero es la mujer más humillada de la política española”: su marido, el vicepresidente, había “salido cual macho alfa a defender a su hembra de un colega de un ministerio”.
En aquella ocasión, la ministra de igualdad se refirió de manera despectiva a su adversaria recordándole que era la viva prueba de la existencia de clases sociales en España pero que, viniendo de un medio favorecido, no le habían enseñado “educación ni respeto”. La tolerancia con las alusiones al machismo dentro de su pareja ha descendido tanto como su popularidad. Ahora se autoproclama víctima de la “violencia política” ejercida por la “banda de fascistas”, calificativo con el tranquilamente se refiere a sus colegas.
Por su lado, el energúmeno cónyuge nada que aprende la lección que quiso darle la implacable opositora del gobierno socialista: cual macho alfa, continúa insultando no solo a quien manifiesta un desacuerdo con su mujer sino a quien no la reconoce como víctima. “La tensión mayor en esta crisis no se ha vivido con los socialistas, sino dentro de UP (Unidas Podemos), con el durísimo ataque de Pablo Iglesias a Yolanda Díaz, a la que tildó de cobarde, miserable y estúpida por no defender a Montero”.
El desacierto con la judicatura requirió control de daños urgente del gobierno socialista. La ministra de hacienda anotó que habría que estudiar una eventual reforma de la ley porque el efecto buscado no era el que se estaba produciendo sino todo lo contrario. Igualdad reviró que la ley era intocable. La asociación Jueces para la Democracia, que difícilmente puede calificarse de reaccionaria, consideró inaceptable no haber previsto como consecuencia la reducción de penas y que “se arremeta contra los jueces/zas tachando sus decisiones como justicia machista o considerando que se trata de una aplicación defectuosa de la ley”.
Lo más irónico del caso es que la posibilidad de reducir la sanción a violadores proviene del hecho que la ley, inspirada en el lema “no es abuso, es violación”, fusionó varios tipos penales que tenían penas mínimas diferentes. Es precisamente la manía de irrespetar la doctrina penal, que históricamente ha tipificado de manera minuciosa las conductas punibles, lo que pretende seguir haciendo la Montero al declararse damnificada por la violencia política cuando la indigna un chiste machista. Francia Márquez debería ir a España a explicarle a UP lo que es una verdadera víctima.