Tras una contundente derrota en las elecciones locales españolas, Pedro Sánchez convocó sorpresivamente a elecciones generales. Patadas de ahogado, opinan unos. Jugada estratégica, sentencian otros.
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Tras una contundente derrota en las elecciones locales españolas, Pedro Sánchez convocó sorpresivamente a elecciones generales. Patadas de ahogado, opinan unos. Jugada estratégica, sentencian otros.
Su hinchada lo apoya incondicionalmente y eso no sorprende. Pero algunas críticas implacables provienen de las mismas huestes socialistas.
La “triada oscura” es un término psiquiátrico para los rasgos de narcisismo, maquiavelismo y psicopatía en una personalidad propensa a delinquir o hacer daño desde posiciones de liderazgo. La última, más grave y atípica, refleja falta de empatía y de compasión por los demás. El maquiavelismo se refiere a tomar decisiones para satisfacer el propio interés y el narcisismo es el orgullo desmedido, creerse un ser superior, inmune a ciertas normas que restringen comportamientos.
Como a cualquier caudillo latinoamericano, los tres rasgos de la tríada oscura “caracterizan a Pedro Sánchez a través de sus actos”. La afirmación es de Rosa Díez, exmilitante del PSOE preocupada por la “lejanía brutal entre lo que afirma y lo que hace, entre la calificación que da a sus actos y los efectos que producen, entre la propaganda con la que se adorna y la realidad de los hechos que protagoniza”.
La falta de apego a la verdad se asocia con la triada oscura. “Los psicópatas experimentan más emociones positivas relacionadas con la mentira y los maquiavélicos presentan una mayor cantidad de esfuerzo cognitivo asociado al engaño… (ambos) dicen más mentiras”. El inventario de embustes atribuidos a Sánchez es extenso.
Aunque juró que nunca pactaría con Pablo Iglesias de Podemos, acabó haciéndolo. Otro tanto pasó con Bildu, la organización heredera de ETA. Prometió que haría volver a Carles Puigdemont para ser juzgado y que sus compañeros golpistas cumplirían sus penas. Al final, los indultó.
En septiembre de 2018, el diario ABC titulaba: “El presidente del Gobierno cometió plagio en su tesis”, presentada en 2012 para su doctorado en la Universidad Camilo José Cela de la cual era profesor. Tras analizar la copia disponible sólo en el centro docente, el periodista Javier Chicote concluía que había decenas de “corta-pegas que constituyen falta de integridad académica”. Identificaba autores de quienes Sánchez reproducía párrafos enteros junto con trozos de textos oficiales. El periódico El País negó que la tesis, ahora también en formato digital, contuviera plagios. El Mundo aclaró que aunque existía una copia digital de la tesis, quien quisiera leerla debería hacerlo en la única copia de papel disponible.
Tres años después, calmada la furia del régimen, el responsable del reportaje original anotaba que se trató de un plagio de “tramposo profesional”, con trucos como tomar un autor para citarlo unas veces y otras no, o reproducir informes oficiales sin firma. Concluye que “el plagio es solo una de las irregularidades que contiene la tesis del presidente y su doctorado … Nadie comprobó nada, las cifras están mal, las citas están mal, los títulos de los libros los cambia, las fechas las confunde ... todo es un despropósito”. También se refería a la aplanadora política y mediática que el jefe de gobierno puso en marcha para defenderse de quien percibió como enemigo. “Fue una presión brutal … desde amenazas de querellas por parte del presidente … hasta ataques a mi reputación”.
En la misma categoría de manipular el poder para maquillar la realidad está la dimisión del presidente del Instituto Nacional de Estadística (INE) después de que el régimen sanchista cuestionara, en repetidas ocasiones, la metodología de las Cuentas Nacionales, las cifras del PIB y los datos del índice de precios al consumidor (IPC). El contraste con el militante socialista y sociólogo de cabecera de Sánchez a cargo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) es marcado. En un cargo supuestamente científico este incondicional “actúa como si fuera el portavoz del PSOE”.
Pablo Iglesias reveló que cuando aún gobernaba con Sánchez este sabía que Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Nicolás Maduro, volaría a Madrid de manera ilegal pues tenía prohibido el acceso al Espacio Schengen por las sanciones europeas contra personas acusadas de violar derechos humanos o socavar la democracia. “Era la típica cosa que podía terminar mal”, le advirtió Iglesias al presidente, quien lo tranquilizó y delegó en el ministro de Transporte el manejo del aterrizaje irregular. Algunos sostienen que desde la sala VIP del aeropuerto Rodríguez también habló por teléfono con Sánchez. Además, “testigos presenciales vieron un vehículo con matrícula diplomática cargando 40 bultos del avión”. El automóvil salió de Barajas sin pasar controles y nadie supo qué llevaba, pero se sospecha que pudo ser una escala en la “ruta de tráfico del oro” Caracas-Estambul perseguida por los EE. UU.
Los devaneos caudillistas de Sánchez no se limitan a manipular información. Un ejemplo son los 53 millones de euros que le entregó a Plus Ultra, aerolínea chavista, para rescatarla en plena crisis poscovid del sector aeronáutico. El Gobierno “ha sido escrupuloso … nada que añadir”, sentenció.