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                                                                                                                                ¿Quién le teme a Simone Veil?

                                                                                                                                La feminista del siglo XX, el siglo del feminismo, fue Simone Veil. A su lado, palidece cualquier defensora de los derechos de la mujer, académica, política o activista. Misteriosamente, su vida y sus aportes se han ido olvidando.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En 1993, cuando fue nombrada ministra de Asuntos Sociales y Salud, el SIDA causaba estragos. De manera inmediata tomó medidas que explicó con detalle en su primera conferencia de prensa dedicada íntegramente al VIH. Invitó a no ceder al “miedo colectivo”, subrayando que la respuesta al SIDA “será humanista o no será”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                La historia de cómo, en el pico de la epidemia del SIDA, siendo ministra, Simone Veil se convirtió en voluntaria que, a escondidas de las cámaras, visitaba enfermos terminales en el hospital de Broussais, no tiene parangón en los anales de la política o el feminismo.

                                                                                                                                Su eficacia y contundencia fueron posibles gracias a su buen conocimiento del terreno. Cuando trabajó en la dirección de la administración de prisiones entre 1957 y 1964, dedicaba gran parte de su tiempo a giras de inspección en los establecimientos. “Recorrí el territorio para descubrir una realidad desesperada que nunca podría haber imaginado. La situación carcelaria no se explicaba por una coyuntura particular. Era el resultado de malentendidos y negligencias firmemente arraigadas en las costumbres administrativas hasta el punto de que, al visitar las prisiones, a veces tenía la sensación de sumergirme en la Edad Media. Las condiciones de detención eran indescriptibles y escandalosas. Fue aterrador”.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Parece increíble que, con este historial, ninguna persona vinculada al periodismo, la historia o el feminismo se molestara en preguntarle a Simone Veil las razones por las que el 13 de enero de 2013 saliera, acompañada de su esposo, a la manifestación contra el matrimonio igualitario con una pancarta de los organizadores de la marcha.

                                                                                                                                Varios medios reportaron que ella simplemente salió a “saludar manifestantes”; una periodista la disculpó anotando con displicencia que sí fue feminista, pero también “una mujer de su época”, léase homófoba. Sólo el Huffpost osó plantear que era probable que se opusiese a la adopción gay, un tema sobre el que había reflexionado. Una perspicaz investigadora de Le Monde concluyó que de ese incómodo misterio no podría deducirse que Simone Veil estuviera en contra de una ley tan progresista e incluyente puesto que “ella nunca ha tomado una posición pública sobre este tema, a través de textos o discursos”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En 1993, cuando fue nombrada ministra de Asuntos Sociales y Salud, el SIDA causaba estragos. De manera inmediata tomó medidas que explicó con detalle en su primera conferencia de prensa dedicada íntegramente al VIH. Invitó a no ceder al “miedo colectivo”, subrayando que la respuesta al SIDA “será humanista o no será”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                La historia de cómo, en el pico de la epidemia del SIDA, siendo ministra, Simone Veil se convirtió en voluntaria que, a escondidas de las cámaras, visitaba enfermos terminales en el hospital de Broussais, no tiene parangón en los anales de la política o el feminismo.

                                                                                                                                Su eficacia y contundencia fueron posibles gracias a su buen conocimiento del terreno. Cuando trabajó en la dirección de la administración de prisiones entre 1957 y 1964, dedicaba gran parte de su tiempo a giras de inspección en los establecimientos. “Recorrí el territorio para descubrir una realidad desesperada que nunca podría haber imaginado. La situación carcelaria no se explicaba por una coyuntura particular. Era el resultado de malentendidos y negligencias firmemente arraigadas en las costumbres administrativas hasta el punto de que, al visitar las prisiones, a veces tenía la sensación de sumergirme en la Edad Media. Las condiciones de detención eran indescriptibles y escandalosas. Fue aterrador”.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Parece increíble que, con este historial, ninguna persona vinculada al periodismo, la historia o el feminismo se molestara en preguntarle a Simone Veil las razones por las que el 13 de enero de 2013 saliera, acompañada de su esposo, a la manifestación contra el matrimonio igualitario con una pancarta de los organizadores de la marcha.

                                                                                                                                Varios medios reportaron que ella simplemente salió a “saludar manifestantes”; una periodista la disculpó anotando con displicencia que sí fue feminista, pero también “una mujer de su época”, léase homófoba. Sólo el Huffpost osó plantear que era probable que se opusiese a la adopción gay, un tema sobre el que había reflexionado. Una perspicaz investigadora de Le Monde concluyó que de ese incómodo misterio no podría deducirse que Simone Veil estuviera en contra de una ley tan progresista e incluyente puesto que “ella nunca ha tomado una posición pública sobre este tema, a través de textos o discursos”.

                                                                                                                                No ad for you

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