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Una alegre y colorida multitud cercana a las 700 mil personas se reunió en Madrid para la Manifestación del Orgullo 2022. También marcharon ministros y ministras, pero no estaba la de defensa, que ha debido asistir.
Hay cada vez más acuerdo en señalar que el nuevo verdugo de occidente y principal riesgo para la paz mundial, Vladimir Putin, se hubiera beneficiado enormemente participando de joven en un evento similar. Su historia y la del mundo serían hoy distintas si este violento personaje hubiese podido salir a pregonarle al mundo, a sus familiares, profesores y compañeros que era gay y estaba feliz de serlo.
El interés de los servicios de inteligencia de varios países por analizar los rasgos psicológicos de ciertos líderes que afectan la geopolítica global es de vieja data. Empezó durante la Segunda Guerra mundial con el afán norteamericano por estudiar a Hitler para derrotarlo militarmente. Con el psicoanálisis como nueva disciplina dentro del Departamento de Estado, se buscaba “comprender al hombre y sus motivaciones y miedos más íntimos; explotar las vulnerabilidades personales de Hitler para ganar la guerra”.
De ese esfuerzo salieron dos grandes informes que desarrollaron separadamente psicólogos y psicoanalistas de Harvard y coincidieron en tres predicciones: el comportamiento errático de Hitler cuando la guerra se volteó en su contra, el miedo de enfrentarse al público en medio del fracaso, el intento de asesinato por parte de un infiltrado y su suicidio.
Décadas más tarde salieron a la luz algunas conclusiones de uno de los informes que habían permanecido silenciadas durante la guerra. “El autor observa que la vida sexual de Hitler es tan dual como su perspectiva política. Es tanto homosexual como heterosexual; tanto socialista como ferviente nacionalista; tanto hombre como mujer”. El estudio anotaba que la represión sexual sufrida por Hitler le impidió tener “una relación realmente íntima con un hombre o una mujer”.
La conclusión era que Hitler le tenía pánico al ostracismo por su sexualidad, y que ese miedo podría explotarse. Entre todos los escenarios probables para su eliminación mientras Alemania perdía la guerra sobresalía como más plausible el del suicidio.
Los primeros informes sobre la personalidad de Putin no mencionaban su sexualidad. Se limitaban a señalarlo como “un dictador brutalmente despiadado y obsesionado con la masculinidad, el poder y la fuerza”, algo derivado de haber sido intimidado cuando niño. Destacaban su usual indignación cuando alguien lo contrariaba y su reacción violenta contra quienes lo criticaban.
Andrew Kuchins de la Universidad de Georgetown fue el primer analista en hacer pública la pregunta que muchos evitaban: si el comportamiento de Putin tenía algo que ver con una sexualidad cohibida. En 2015 Kuchins comentó en redes sociales que “tener que reprimir su homosexualidad puede explicar gran parte de su comportamiento aberrante”. Después, han sido varios los observadores y biógrafos de Putin que mencionan trastornos de personalidad y psicopatologías asociadas con hombres homosexuales que niegan su orientación o viven en la clandestinidad.
Podría haber muchos especialistas en Rusia que hayan especulado si las conductas de Putin se deben a una orientación homosexual refrenada. Pero serían reacios a discutirlo abiertamente, no solo por “corrección política” y la discreción necesaria para conservar su posición académica, sino porque su entrenamiento en historia, relaciones internacionales o ciencia política no incluye elementos de sexología para evaluar la personalidad de Putin.
Son raros los académicos occidentales que hacen públicas las conversaciones que han mantenido con homólogos o políticos rusos sobre el líder. Un exfuncionario ruso que conoció a Putin, durante su adolescencia en Leningrado, les dijo a los autores en un evento de Harvard que había hecho parte de una pandilla callejera que violaba niños a los que consideraba débiles o afeminados.
Alexander Litvinenko, oficial de inteligencia ruso que desertó a Londres, escribió un artículo en 2006 describiendo a Putin como pedófilo. Poco después murió en un hospital londinense tras haber sido envenenado con polonio. Una investigación pública británica realizada 10 años después concluyó “que el asesinato fue probablemente aprobado por el presidente ruso”.
Existe alguna literatura académica sobre los efectos de negar la homosexualidad que encajarían con lo que se ha observado en Putin. La literatura académica sobre la psicología y la historia de los hombres homosexuales reprimidos revela patrones que han permitido elaborar un perfil psicológico de Putin con técnicas modernas. Varias razones sugieren que la posibilidad de que Putin sea un hombre gay y lo oculte no es despreciable.
En primer término, el problema no es la eventual homosexualidad como su negación, si se siente internamente atormentado, marginado o condenado al ostracismo. Sería ese elemento crítico lo que explicaría algunos de sus rasgos peligrosos como líder de Rusia. Hay paralelos entre lo que él dice y hace y alguna literatura que incluye dos contemporáneos de Sigmund Freud, Edmund Bergler y Carl Jung quienes estudiaron la psicología homosexual. Estos autores influenciaron a los analistas de Hitler durante la guerra. Continúa…
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