Hay algo fácil en la forma en que alguna prensa nacional e internacional se refiere al grupo Wagner como cualquier montón de mercenarios al servicio de países como Rusia y hombres particularmente grises como Putin.
Sigue siendo cierto que Wagner es uno de los peores exponentes del género, dado su irrespeto total a las convenciones y leyes del derecho internacional. Pero ello no implica que quienes le rehúyen al término “mercenario” y han sabido forjarse una identidad menos guerrera (de “firmas privadas que operan como negocios”, según Peter Singer) sean propiamente enviados de la Cruz Roja.