No pinta bien el futuro político de Francia tras la victoria en primera vuelta del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional (33,5 % de votos). Seguido de la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (28 %) y de la caída al tercer lugar de la candidatura Juntos de Emmanuel Macron (21,2 %), el colectivo que capitanea Marine Le Pen podría pasar a ser la fuerza parlamentaria que lidere tras la segunda vuelta que se celebra mañana. (Le Pen, entusiasta defensora del Estado de Israel en su guerra contra Hamas y por supuesta hija del antisemita Jean-Marie Le Pen, el de “las cámaras de gas son un detalle de la historia”).
Llama la atención Jordan Bardella, que viene a ser el que dijo Marine Le Pen, candidata presidencial en 2012, 2017 y 2022. De Bardella, 28 años, se sabe que creció en los suburbios parisinos de Saint-Denis, hijo de inmigrantes italianos con raíces algerinas. No obstante su origen, el discurso que lo identifica sigue siendo de mano dura contra los inmigrantes. El mensaje es el mismo de la colectividad que lo apadrina (los inmigrantes y el islam se tomaron Europa), pero viene empaquetado en la figura de una joven masticable promesa. Su fanaticada tiktokera asciende a cerca de 2 millones de seguidores.
Sectores diversos de la prensa le han considerado “moderno” y “dinámico”. En sus videos en redes sociales hay mucho de las buenas maneras y tonos pausados de Macron. Es su avatar, pero lo capitaliza Le Pen. Tan exitoso es el engaño que muchos ya ni consideran que el Reagrupamiento Nacional sea un partido extremo. O radical. La política de la normalización... O “des-LePenización”.
Salvo que mañana sean forzados electoralmente a gobernar conjuntamente, lo cual ya es parte de la normalización, en tiempos de extrema derecha en los Países Bajos e Italia los que están por tomarse el poder en Francia ya son vendidos como el nuevo centro.