En Bogotá hay un espacio que pocos frecuentan o saben que existe: el Museo de la Fiscalía. Es pedagógico, entretenido y está bien montado. Vale la pena visitarlo. Las historias de criminalidad expuestas, con objetos reales, leyendas explicativas y sus periodizaciones, cumplen las veces de relato oficial y vitrina. Reflejan nuestros males y dificultades tanto como la participación discursiva del Estado en los mismos.
Una foto de avionetas y glifosato en el capítulo del narcotráfico llama la atención. La avioneta que esparce el herbicida se parece a cualquier otra avioneta encargada de las fumigaciones. El paisaje rural y verde...