Buena parte de las reacciones bienpensantes frente al golpe, ya no blando, sino abiertamente desestabilizador con el que el Consejo Nacional Electoral decidió formularle cargos al entonces candidato y hoy presidente Gustavo Petro se quedaron en el pero.
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Buena parte de las reacciones bienpensantes frente al golpe, ya no blando, sino abiertamente desestabilizador con el que el Consejo Nacional Electoral decidió formularle cargos al entonces candidato y hoy presidente Gustavo Petro se quedaron en el pero.
Está mal que ocurra, pero aparentemente violaron los topes… Es que hubo vulneración de los límites de gastos. No debería ocurrir, pero es que serían 3 mil 700 millones lo que agregaron sin rendir cuentas. Es claramente un abuso de funciones por parte de un órgano fundamentalmente político que se cree judicial, prevaricato puro y duro, pero es que Fecode... Y además plata del Polo Democrático Alternativo. No tienen derecho y los mueve la politiquería, pero es que la Unión Sindical aportó de más y nadie lo reportó.
También están los y las que argumentan, desde una posición más abiertamente contraria al propio Petro y su presidencia, como sin querer queriendo, que la investigación siguiente que podría llevarlo a salir del poder ante el Congreso y su Comisión de Acusaciones no será exitosa. Se la merece (no importa si es legal), pero no prosperará.
Entre los que vegetan en este campo, se acepta sin rubor alguno que personajes como César Lorduy y Álvaro Prada, incorregibles personajes, sean parte de la ilegítima e inconstitucional decisión del Consejo Nacional Electoral. Presunto feminicida el uno, y presunto comprador de testigos para Uribe el otro.
Como sea, presuntos honorables magistrados los dos. Pero es que Petro se está victimizando y quiere hacer política con la situación.
De acá salen también los que insisten alegremente en el relato de la polarización. Los uribistas se exceden con su juego político malsano pero, Petro y sus seguidores, también. Unos y otros, radicalizados, estarían sacando provecho de la situación. El pero, el sin embargo, ya reducido al absurdo.
En fin, demasiados peros para una deriva claramente antidemocrática, propia del castrochavismo que se supone que queríamos evitar.