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Que traigan a Elon Musk

Nicolás Rodríguez
28 de septiembre de 2024 - 05:05 a. m.
“Ese es el pedido de un pueril comunicador que se burla de la COP16 que se celebrará en un par de semanas en Cali”: Nicolás Rodríguez
“Ese es el pedido de un pueril comunicador que se burla de la COP16 que se celebrará en un par de semanas en Cali”: Nicolás Rodríguez
Foto: EFE - FILIPPO ATTILI/US PALAZZO CHIGI

Ese es el pedido de un pueril comunicador que se burla de la COP16 que se celebrará en un par de semanas en Cali. Lo de hablar de la pérdida de diversidad biológica desde Colombia, una de las cunas de la diversidad en pájaros, plantas, mariposas, anfibios y peces de agua dulce, claramente no es con el periodismo que representa. Mientras otros y otras más autorizadas se lo explican, pasemos a Musk.

Cuenta cualquier historia wikipédica que su fortuna arranca durante el boom del punto com. Para cuando invirtió en los carros eléctricos, eran frecuentes sus llamados de alerta frente al cambio climático. Luego llegaron los viajes orbitales y toda la parafernalia tecnológica de SpaceX. Un visionario y amable embajador del futuro, que pasaba más tiempo en Twitter que en las reuniones gerenciales que suponían sus múltiples compromisos.

Pronto fue el turno para el covid y su encierro. Con este, más tiempo aún en las redes y el inicio de una oscura voz pública, todavía tímida, pero con el apoyo que da el andamiaje retórico del poder corporativo. Aparecieron los primeros pinitos libertarios. Por aquí y por allá. Prolongar el confinamiento es de radicales, empezó a tuitear. Las conspiraciones se hicieron rutina. Confrontado por las voces críticas que exigían pruebas de sus teorías complotistas, el supuesto genio que iba salvar el mundo empezó a dar muestras de psicopatía. Soros es el enemigo y que viva la libertad de expresión. El paso siguiente era comprar Twitter, hoy X.

Desde ahí, el relato es más o menos conocido. Interviene directamente en política desde la extrema derecha, pretende imponerse a la soberanía de países como Brasil o Australia, defiende la censura cuando le viene bien al negocio y, por supuesto, milita en el trumpismo. Por sobre todo, miente con megáfono.

En vez de preocuparnos por el cambio climático o la pérdida irreparable de la biodiversidad, se supone que deberíamos prepararnos para recibir a un fascista.

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