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Terror a control remoto

Nicolás Rodríguez
21 de septiembre de 2024 - 05:05 a. m.
“Parecerá ciencia ficción de la peor, pero termostatos y celulares son ahora de temer. Quizás también las licuadoras”: Nicolás Rodríguez
“Parecerá ciencia ficción de la peor, pero termostatos y celulares son ahora de temer. Quizás también las licuadoras”: Nicolás Rodríguez
Foto: EFE - JUSTIN LANE

Este es el nivel de la discusión: tuitea la congresista norteamericana Alexandria Ocasio-Cortez que el probable ataque de Israel en el Líbano, mediante el que fueron detonados remotamente miles de aparatos electrónicos en espacios públicos, hirió seriamente a miles y mató civiles inocentes. Le contesta alguien: los civiles inocentes no tienen beepers de organizaciones terroristas.

La insistencia de Ocasio, tardía por lo demás, en la importancia de la inocencia ya es sospechosa. Como si esfumar gente culpable de algo fuese parte de las leyes que rigen a la supuesta única democracia del Medio Oriente. La respuesta que recibió, entre tanto, pasa por alto el daño indiscriminado que supone la acción violenta. Según las autoridades libanesas, 11 personas murieron el martes y más de 2.700 quedaron heridas. El miércoles otras 20 cayeron y hubo por lo menos 450 afectados.

Entre beepers, walkie-talkies y el material explosivo implantado, se juega lo que llaman, con aplausos en algunos espacios, la “nueva fase de la guerra”. En adelante, cualquier relación con la electricidad da para dudar. Parecerá ciencia ficción de la peor, pero termostatos y celulares son ahora de temer. Quizás también las licuadoras y las planchas de pelo, o las neveras.

La conexión a internet es un posible medio más de destrucción. Una táctica de guerra. Una estrategia de largo plazo. Sea táctica o estrategia, el resultado es más o menos el mismo: paralizar al enemigo. E infundir pavor, en este caso, entre los miembros de Hezbolá, pero por ahí mismo entre cualquier parroquiano. El que pasó por ahí, con hijos y familia. El mal parqueado. Civil e inocente, como da a entender equivocadamente Ocasio.

Aún así, ha habido reacciones de rechazo. Por fortuna bastantes. El daño, sin embargo, ya está hecho. El pánico indiscriminado parecería ser la nueva receta. El miedo, si se quiere, como forma de aplacar.

La palabra que sigue sin ser abiertamente articulada con todas sus letras y entonaciones es “terrorismo”.

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