El video casi que arranca con música de circo. Es el viejo himno de las Farc, pero en un tono demasiado alegre. Los guerrilleros portan camuflados. Todos de verde y verde chillón para Iván Márquez.
El video tarda más de 30 minutos. Hacerlo tuvo que ser una prueba de resistencia de varias horas. Al principio todos muy quietos. Varios minutos después, cuando hasta el sol ataca a Iván Márquez y su farragoso discurso, hay cambio de posturas. Algunos miran para el otro lado. Otros dan pasitos cortos. Santrich gira sobre su eje.
Parecería que una mujer bosteza. Más de uno cuenta con temor el número de hojas que faltan por leer. Mientras avanza, inacabable, la lista de reclamos justos, amenazas y sermones históricos, varios tipos de luces iluminan las caras. El sol también se mueve. No hay entrenamiento militar que prepare para ese recital. Y todavía falta la mitad.
Estamos ante la segunda Marquetalia, o eso anuncia Iván Márquez. Vamos duro contra la corrupción y le llegó la hora al fracking. La guerrilla, a tono contra el cambio climático. De su parte no habrá secuestros. Policías y soldados no serán objetivos. La oligarquía que se atenga. Los LGBTI están invitados. Una vez más la opción armada, pero ahora chévere.
La síntesis de los incumplimientos al proceso de paz, que habría despertado a más de uno, fue desplazada por la clase de historia patria y la fijación de siempre con el pobre Santander. El editor del video corta, pega, monta. Todos dan pasitos adormecidos. Parece que bailan.
Hay quienes plantean que la apuesta es quizá más política que militar. Quizá tengan razón, pero la figura de Santrich armado no es menos inquietante. Hacia lo que sea que apunte el que no ve bien podría dirigirse el futuro político de esta nueva aventura. Y con ella la suerte de muchos desmovilizados. En las imágenes publicitarias de atrás, entre tanto, Marulanda y Bolívar; pero ha podido ser Uribe, que vuelve y gana.
El video casi que arranca con música de circo. Es el viejo himno de las Farc, pero en un tono demasiado alegre. Los guerrilleros portan camuflados. Todos de verde y verde chillón para Iván Márquez.
El video tarda más de 30 minutos. Hacerlo tuvo que ser una prueba de resistencia de varias horas. Al principio todos muy quietos. Varios minutos después, cuando hasta el sol ataca a Iván Márquez y su farragoso discurso, hay cambio de posturas. Algunos miran para el otro lado. Otros dan pasitos cortos. Santrich gira sobre su eje.
Parecería que una mujer bosteza. Más de uno cuenta con temor el número de hojas que faltan por leer. Mientras avanza, inacabable, la lista de reclamos justos, amenazas y sermones históricos, varios tipos de luces iluminan las caras. El sol también se mueve. No hay entrenamiento militar que prepare para ese recital. Y todavía falta la mitad.
Estamos ante la segunda Marquetalia, o eso anuncia Iván Márquez. Vamos duro contra la corrupción y le llegó la hora al fracking. La guerrilla, a tono contra el cambio climático. De su parte no habrá secuestros. Policías y soldados no serán objetivos. La oligarquía que se atenga. Los LGBTI están invitados. Una vez más la opción armada, pero ahora chévere.
La síntesis de los incumplimientos al proceso de paz, que habría despertado a más de uno, fue desplazada por la clase de historia patria y la fijación de siempre con el pobre Santander. El editor del video corta, pega, monta. Todos dan pasitos adormecidos. Parece que bailan.
Hay quienes plantean que la apuesta es quizá más política que militar. Quizá tengan razón, pero la figura de Santrich armado no es menos inquietante. Hacia lo que sea que apunte el que no ve bien podría dirigirse el futuro político de esta nueva aventura. Y con ella la suerte de muchos desmovilizados. En las imágenes publicitarias de atrás, entre tanto, Marulanda y Bolívar; pero ha podido ser Uribe, que vuelve y gana.