Las violaciones al derecho internacional por parte del Estado israelí son, lamentablemente, olímpicas. El genocidio en curso ya se ha normalizado y hasta se ha aceptado, pues a la fecha no hay sanciones concretas y contundentes que obliguen a Israel desde lo político y lo diplomático a cumplir con sus obligaciones internacionales.
El régimen israelí sigue siendo miembro pleno de la comunidad internacional a pesar de permanecer al margen de todos los tratados que dan forma a la misma. Hasta el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, está realizando una visita oficial a Estados Unidos con un discurso violento e incendiario. El comercio de armas y de combustible, incluyendo el carbón colombiano, sigue en curso, alimentando así la maquinaria de guerra. Al mismo tiempo, Israel sigue participando en escenarios globales a pesar de que otros países, tanto en el pasado (Sudáfrica) como recientemente (Rusia y Bielorrusia), han sido suspendidos temporalmente como una forma de presión.
Hace poco la FIFA anunció que aplazaría para agosto la votación sobre la suspensión de Israel, dejando vía libre para que se siga lavando públicamente la imagen del régimen sionista en escenarios deportivos internacionales. Y es que las actuaciones del Estado de Israel durante décadas en los territorios palestinos ocupados están en flagrante violación de los artículos 3 y 4 del estatuto de la FIFA, referentes al respeto de los derechos humanos y a la no discriminación.
El llamado para sacarle tarjeta roja a Israel cobra más fuerza desde octubre de 2023 pues más de 400 atletas han sido asesinados en Gaza. Asimismo, se han destruido más de 30 instalaciones deportivas y el histórico Estadio Yarmouk, central en el desarrollo del fútbol palestino y símbolo de orgullo para los gazatíes, fue convertido en un terrible centro de detención en diciembre de 2023. Aquellas escalofriantes imágenes de hombres y niños detenidos y desvestidos en el estadio dieron la vuelta al mundo, pero no causaron más que “rechazo e indignación”. Más allá de Gaza, por lo menos cinco equipos de fútbol israelíes operan desde los asentamientos ilegales en Cisjordania.
El Comité Olímpico Internacional también ha desconocido el llamado realizado por la Asociación de Fútbol y el Comité Olímpico de Palestina para expulsar a la delegación israelí, en detrimento de su propia historia y valores. Recordemos que la Asamblea General de Naciones Unidas incluyó en su resolución sobre los Juegos Olímpicos de 2024 la tradicional “Tregua Olímpica”, propuesta entre una semana antes del inicio de los juegos y una semana después del fin de los Juegos Paralímpicos. Esta antigua tradición que data del 776 a. C. supone una suspensión temporal en las hostilidades a nivel global para el seguro desarrollo de los juegos. Sin embargo, las bombas siguen cayendo a diario sobre Gaza mientras muchos lo siguen celebrando. Uno de ellos es el judoka Peter Paltchik que ha incitado públicamente al genocidio y que en vez de ser sancionado, es uno de los dos abanderados de la delegación israelí.
Este desconcertante doble rasero internacional respecto a Israel solo puede indicar una cosa: un profundo desprecio hacia la vida de los palestinos, con claros matices orientalistas y racistas. La falta de acción y compromiso por lograr justicia y paz trasciende la negativa israelí y recae ya en toda la comunidad internacional. Recordemos que el reciente e histórico fallo de la Corte Internacional de Justicia del pasado 19 de julio enfatiza que los Estados y las organizaciones internacionales están en la obligación de reconocer como ilegal la ocupación del territorio palestino y a no prestar ayuda o asistencia para mantener dicha situación.
En este punto de la historia solo quedan “dos equipos”: uno que sigue abogando por la limpieza étnica del pueblo palestino y por romper todas las reglas del juego, y otro que sigue exigiendo el fin de la violencia y el respeto por las leyes. Así como vamos, solo la historia fungirá de árbitro.
* Odette Yidi es vocera de la comunidad palestina en Colombia.
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Las violaciones al derecho internacional por parte del Estado israelí son, lamentablemente, olímpicas. El genocidio en curso ya se ha normalizado y hasta se ha aceptado, pues a la fecha no hay sanciones concretas y contundentes que obliguen a Israel desde lo político y lo diplomático a cumplir con sus obligaciones internacionales.
El régimen israelí sigue siendo miembro pleno de la comunidad internacional a pesar de permanecer al margen de todos los tratados que dan forma a la misma. Hasta el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, está realizando una visita oficial a Estados Unidos con un discurso violento e incendiario. El comercio de armas y de combustible, incluyendo el carbón colombiano, sigue en curso, alimentando así la maquinaria de guerra. Al mismo tiempo, Israel sigue participando en escenarios globales a pesar de que otros países, tanto en el pasado (Sudáfrica) como recientemente (Rusia y Bielorrusia), han sido suspendidos temporalmente como una forma de presión.
Hace poco la FIFA anunció que aplazaría para agosto la votación sobre la suspensión de Israel, dejando vía libre para que se siga lavando públicamente la imagen del régimen sionista en escenarios deportivos internacionales. Y es que las actuaciones del Estado de Israel durante décadas en los territorios palestinos ocupados están en flagrante violación de los artículos 3 y 4 del estatuto de la FIFA, referentes al respeto de los derechos humanos y a la no discriminación.
El llamado para sacarle tarjeta roja a Israel cobra más fuerza desde octubre de 2023 pues más de 400 atletas han sido asesinados en Gaza. Asimismo, se han destruido más de 30 instalaciones deportivas y el histórico Estadio Yarmouk, central en el desarrollo del fútbol palestino y símbolo de orgullo para los gazatíes, fue convertido en un terrible centro de detención en diciembre de 2023. Aquellas escalofriantes imágenes de hombres y niños detenidos y desvestidos en el estadio dieron la vuelta al mundo, pero no causaron más que “rechazo e indignación”. Más allá de Gaza, por lo menos cinco equipos de fútbol israelíes operan desde los asentamientos ilegales en Cisjordania.
El Comité Olímpico Internacional también ha desconocido el llamado realizado por la Asociación de Fútbol y el Comité Olímpico de Palestina para expulsar a la delegación israelí, en detrimento de su propia historia y valores. Recordemos que la Asamblea General de Naciones Unidas incluyó en su resolución sobre los Juegos Olímpicos de 2024 la tradicional “Tregua Olímpica”, propuesta entre una semana antes del inicio de los juegos y una semana después del fin de los Juegos Paralímpicos. Esta antigua tradición que data del 776 a. C. supone una suspensión temporal en las hostilidades a nivel global para el seguro desarrollo de los juegos. Sin embargo, las bombas siguen cayendo a diario sobre Gaza mientras muchos lo siguen celebrando. Uno de ellos es el judoka Peter Paltchik que ha incitado públicamente al genocidio y que en vez de ser sancionado, es uno de los dos abanderados de la delegación israelí.
Este desconcertante doble rasero internacional respecto a Israel solo puede indicar una cosa: un profundo desprecio hacia la vida de los palestinos, con claros matices orientalistas y racistas. La falta de acción y compromiso por lograr justicia y paz trasciende la negativa israelí y recae ya en toda la comunidad internacional. Recordemos que el reciente e histórico fallo de la Corte Internacional de Justicia del pasado 19 de julio enfatiza que los Estados y las organizaciones internacionales están en la obligación de reconocer como ilegal la ocupación del territorio palestino y a no prestar ayuda o asistencia para mantener dicha situación.
En este punto de la historia solo quedan “dos equipos”: uno que sigue abogando por la limpieza étnica del pueblo palestino y por romper todas las reglas del juego, y otro que sigue exigiendo el fin de la violencia y el respeto por las leyes. Así como vamos, solo la historia fungirá de árbitro.
* Odette Yidi es vocera de la comunidad palestina en Colombia.
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