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“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
Este es el párrafo inicial de Cien años de soledad que se ha recordado mucho por estos días a propósito de la puesta en pantalla de la novela por la plataforma Netflix. La citada frase ha dado pie para un sinnúmero de discusiones gramaticales, entre otros, de los maestros Argos y Alfredo Iriarte, quienes sostenían que lo correcto era emplear el término “habría” en lugar de “había”.
Con el poeta José Luis Díaz Granados fuimos testigos presenciales de la discusión de Gabo con otro maestro idiomático, el también inolvidable Gonzalo González, GOG, quien era partidario del “habría”. Después de varios momentos de discusión, el Nobel puso punto final al tema: “Pueden decir lo que quieran, pero a mí me sigue gustando ‘había’. Y punto”.
Y de verdad que le gustaba. Al inicio de uno de los capítulos intermedios, en el mismo Cien años de soledad, también se abstuvo de utilizar “habría”, tan es así que escribió: “Años después, en su lecho de agonía, Aureliano Segundo había de recordar la lluviosa tarde de junio” (página 159, editorial Suramericana).
Pero hay más. Muchos años después, al escribir El general en su laberinto, tampoco empleó el “habría”, como señalarían los expertos: “Don Joaquín de Mier había de recordar hasta el fin de sus muchos años...” (página 246, Editorial Oveja Negra).
Si esta es una discusión idiomática, no nos extrañe la que se viene dando a raíz del texto escrito de Cien años de soledad y la versión de televisión. Son dos cosas distintas que no se pueden comparar, en donde lo único que los identifica es el relato. Una cosa es el lenguaje literario que tiene la hermosa prosa del autor, sin muchos diálogos, y otro el audiovisual o televisivo a base de imágenes, paisajes y actores.
Como diría Gabo, no hay que confundir el culo con las témporas.
