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Daniel Barenboim, el famoso pianista y director de orquesta, de 80 años, acaba de anunciar que se retira de la música a consecuencia de una “enfermedad neurológica grave”. Qué casualidad, su primera esposa, Jacqueline du Pré, violonchelista inglesa también famosa, tomó idéntica actitud a los 28 años por sufrir de esclerosis múltiple, enfermedad que la condujo a la muerte a los 42 años. Ella se convirtió al judaísmo para poderse casar con él. Ante la gravedad de su mujer, Barenboim inició otra relación años después, pero la acompañó en el momento de su muerte.
Él y Du Pré —ambos precoces desde niños— han sido de los más grandes músicos de los últimos tiempos. Barenboim, nacido en Argentina, es además español, israelí y palestino honorario. Apadrinó junto con Edward Said la fundación en 1999 de la West-Eastern Divan Orchestra, conformada por jóvenes músicos israelíes, árabes y españoles.
Cuando en mayo de 2004 los judíos le entregaron en Jerusalén el Premio Wolf, tuvo la valentía de recordarles que los padres fundadores del Estado israelí tenían el propósito de “perseguir la paz y las buenas relaciones con todos los Estados y los pueblos vecinos”. Por eso, señalaba, “la música como tal puede llevar los sentimientos y la imaginación de israelíes y palestinos a nuevas esferas impensables”. Por supuesto, hubo protestas y poco faltó para que le quitaran el galardón. Igual situación vivió cuando dirigió Tristán e Isolda de Wagner, también en Jerusalén.
Actuó Barenboim en una de las primeras presentaciones del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, en agosto de 2010, y el público bogotano tuvo el privilegio de verlo dirigir esa orquesta que llaman de la paz, a pesar de que a él no le gusta esa denominación.
Hoy aquí se conocería como la orquesta de la paz total.
