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García Márquez tenía proyectado escribir tres tomos de sus memorias, pero al final solo produjo uno, que va desde su infancia hasta cuando viaja por primera vez a Europa, enviado por El Espectador, para cubrir la reunión de los cuatro grandes en Ginebra. Sin embargo, el libro Las cartas del Boom, que acaba de aparecer (editorial Alfaguara) y recoge la correspondencia entre Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, revela lo que bien pudo ser otro tomo de sus memorias.
En sus cartas García Márquez (GGM) relata las penurias, con dificultades económicas, cuando comienza a vivir en México y pretende dedicarse al cine al lado de Carlos Fuentes (CF), pero siempre pensando en su gran novela, la que comenzó a escribir varias veces y cuyos originales tuvieron un destino común, el cesto de la basura. El 30 de octubre de 1965, con alborozo, le escribe a CF: “Ya encontré el título de la novela, Cien años de soledad”. El 15 de abril del año siguiente, CF le escribe: “Tus primeras 70 cuartillas de Cien años de soledad son magistrales, y el que diga o insinúe lo contrario es un hijo de la chingada”. El 30 de septiembre de 1966, GGM se dirige a CF: “Después de este mundo terrible que estuve manoseando durante 14 meses —después de haberlo madurado durante 17 años— he quedado como el aire. Estoy esbozando unos raros cuentos, hechos con mis nostalgias de Europa, que no sé si resultarán, mientras restauro las finanzas y entro en firme al dictador” (se refiere a su próxima novela, El otoño de patriarca). “Por ahora estoy haciendo trabajos espantosos en publicidad y la situación mejora, pero cada día me convenzo más de que este no es mi camino. ¡Lo que quiero es escribir, carajo!”.
Sale Cien años en Buenos Aires el 5 de junio de 1967 y el 12 de julio GGM le dice a CF que está “aturdido”: “¡Ya fue un cañonazo! Sudamericana agotó la primera edición de 10.000 ejemplares en tres semanas”.
Así comenzó a consolidarse este genio de las letras, después de años de soledad.