La institución del designado, una figura que existía entre nosotros para reemplazar al presidente de la República en sus faltas absolutas o temporales y que fue creada en la Constitución de 1853, desapareció definitivamente con la Constitución de 1991.
La designatura dio para muchas anécdotas. El jefe del Estado viajaba a un país vecino por dos días y se hacía necesario darle posesión al designado como presidente. Todos vestidos de levita, discursos en el Senado, saludos de los mandatarios entrante y saliente y luego el recién posesionado abría las puertas de Palacio para recibir a sus amigos y electores. Pero dos días después...

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