Cuando se cocinaba la Independencia, a comienzos del siglo XIX, Jerónimo López era un sastre de profesión, muy conocido en Santa Fe, con una clientela muy exclusiva, entre la que figuraban los virreyes. Dos de ellos fueron José de Ezpeleta y luego Antonio Amar y Borbón. Este no era propiamente un modelo de elegancia por su cuerpo, lo cual demuestra la habilidad de López con la aguja. Sus rasgos físicos eran los de un hombre pequeño y gordo, de voluminoso abdomen y con un corto cuello.
Por su parte, Jerónimo López se pavoneaba por las calles de Santa Fe con capa colorada, calzón corto de terciopelo negro y zapato con hebilla de oro,...
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