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Mike Forero Nougués fue una institución en la crónica deportiva. Hasta 10 años antes de su fallecimiento, ocurrido en la antesala de los 100 años, se le veía manejando su Volkswagen escarabajo, caminando derechito y manteniendo una conversación fluida, con esa voz de chelo de la que hizo gala cuando hacía periodismo radial. Compañero de muchos años en la redacción de El Espectador, hablaba y escribía con la misma propiedad de fútbol, béisbol, basquetbol, tenis y ciclismo. Y también publicaba los “Sermones laicos” en las páginas editoriales. Recorrió varias veces el país cubriendo la Vuelta a Colombia cuando Ramón Hoyos, Pajarito Buitrago o Cochise Rodríguez subían las cuestas de nuestras montañas en esos caballitos de acero, pesados entonces, alimentados ellos a punta de panela. Igual viajó por el mundo para cubrir cuanta Olimpiada se realizara, en Múnich, en Pekín o en cualquier otra ciudad. Le tocó ejercer periodismo cuando no había internet ni celular, sino Remington, télex y teléfono.
Con don Guillermo Cano, su amigo y compañero, crearon con el patrocinio de El Espectador la Vuelta de la Juventud, de donde surgieron grandes ciclistas que comenzaron a destacarse en Europa. Y también el Deportista del Año, que aún hoy exalta a quienes se distinguen en el país durante 12 meses en las mejores disciplinas atléticas.
Buen amigo, padre ejemplar al lado de Alicia y sus hijos Clemente, Norma y Patricia. En sus últimos años estuvo, con expectativa, esperando la llegada de sus 100 años, a la que solo le restaron seis meses. Periódicamente recibía la visita de sus amigos y discípulos Rufino Acosta y Antonio Andraus, con quienes rememoraban los viejos años de la redacción de la 68.
Al creador del Deportista del Año deberían proclamarlo como el Periodista del Siglo. Entró muy joven a El Espectador y salió Cano.
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