Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Nunca compartí las ideas políticas de Álvaro Gómez. Cuando aspiró a la Presidencia, compitiendo con Alfonso López Michelsen y María Eugenia Rojas de Moreno, publiqué en este diario, en siete entregas (agosto de 1973), un análisis sobre el proyecto de reforma constitucional que el gobierno de su padre aspiraba presentar en la Asamblea Constituyente de 1953. El propósito era recordarle al país cuál era el pensamiento del hijo del mandatario en esa constitución totalitaria, como la llamó Tulio Enrique Tascón, que él ayudó a elaborar y que afortunadamente fracasó. Fue esa una de las varias veces que aspiró a la Presidencia y cuyo objetivo no alcanzó. Además, nunca voté por él.
Tantos eran los dardos que yo le lanzaba que una vez Alberto Casas Santamaría me invitó a almorzar con Gómez para que lo conociera y me ilustrara sobre los alcances de su pensamiento político. No me convenció, pero tuve la oportunidad de conocerlo, hablar con él y darme cuenta de que ya en esos años no era tan malo como decían los liberales. No llegó a la Presidencia a pesar de que estuvo casi a punto de lograrlo, siendo designado de Belisario Betancur. Digo casi porque el presidente Betancur fue operado y por razones, nunca explicadas, no lo llamó a posesionarse siendo que al mandatario le aplicaron una anestesia general que es aquella en la que se pierde la sensibilidad en todo el cuerpo.
Con los años Álvaro Gómez modificó sus tesis de juventud, tanto que propuso la elección popular de alcaldes y muchas normas de la Constitución del 91 contaron con su voto, pero ya era tarde para convencer a muchos de sus conciudadanos. Es posible que hubiera sido un presidente más liberal que algunos de los que llegaron con esas banderas.
Con su muerte me quedé sin con quien pelear y el país no logró conocer la nueva FARC: Fuerzas Alvaristas de Reconquista Conservadora.
A pesar de mis críticas, Álvaro Gómez fue gentil conmigo. Me regló su libro sobre su secuestro, Soy libre, con esta dedicatoria: “Para Óscar Alarcón con admiración por su capacidad de síntesis y el testimonio de mi amistad”.