"Estamos en guerra”, declaró el presidente Piñera este domingo durante una intervención televisada desde el cuartel general del ejército chileno. “La democracia... tiene el deber de defenderse con todas las herramientas... y la ley, para luchar contra quienes quieren destruirla”. Uno pensaría que la democracia chilena está amenazada por una invasión extraterrestre. Newspeak y Doublethink, diría Orwell. Una mentira que recorre el mundo mientras la verdad se pone las botas.
Piñera dice que todo es normal y Orwell ha salido de escena tras la sabia intervención de la democracia y la ley. Vaya inferencia absurda. ¿Pues, quien es el enemigo del que habla Piñera? El que él y los otros billonarios han creado, los pobres de Chile. Como he mostrado en mi libro del 2013 sobre el golpe a Salvador Allende en 1973, que las editoriales se han negado a traducir al castellano a pesar de que el Financial Times y The Observer lo listaron entre los mejores de no-ficción aquel año porque supuestamente el tema ya no interesa, Chile es el punto-cero del modelo neoliberal que ahora hace crisis por todo el mundo.
Desde Estados Unidos a Chile y Argentina, el fuego que recorre las Américas ha sido provocado por unos pocos. Los que se han beneficiado de un modelo cuya garantía de ganancia consiste en exprimir a muchos. Cuando éstos no tienen más que perder sino sus trabajos de mierda y se rebelan como si se tratase de una horda zombie, entonces los primeros llaman al ejército. Se parece a la trama del cuento-en-el cuento de Roberto Bolaños en el cual el hijo de un coronel y su novia zombi son perseguidos por la policía y el ejército. “No van a creerlo, pero ayer noche vi en la tele una película que era mi biografía... o un resumen de mis días en el puto planeta tierra”, dicen las primeras líneas.
Así se sienten los jóvenes de Chile. El 13 de octubre, el ministerio de transporte anunció que aumentaría otra vez los precios del metro en 30 pesos. Los estudiantes comenzaron una serie de protestas, en su mayoría pacificas, evadiendo las nuevas tarifas. El 17, el Sindicato de Trabajadores del metro anunció que apoyaba la protesta. El 18, la Ministro de Transporte Gloria Hutt sugirió que quienes protestaban de esta manera eran criminales.
Mientras estallaban las protestas, un video de Piñera celebrando el cumpleaños de su nieto en una pizzería de lujo se volvió viral. La gente, indignada, fue a la calle. No se trata de 30 pesos sino de 30 años de un modelo económico elevado al estatus de principio moral. Bajo éste quienes se hicieron más ricos durante la dictadura continúan haciéndose aún más ricos tras ella. Quince muertos después en Chile, los medios preferirán hablar del supuesto fraude en Bolivia al que ya se habían adelantado. Todo es normal. Orwell ha salido de escena.
"Estamos en guerra”, declaró el presidente Piñera este domingo durante una intervención televisada desde el cuartel general del ejército chileno. “La democracia... tiene el deber de defenderse con todas las herramientas... y la ley, para luchar contra quienes quieren destruirla”. Uno pensaría que la democracia chilena está amenazada por una invasión extraterrestre. Newspeak y Doublethink, diría Orwell. Una mentira que recorre el mundo mientras la verdad se pone las botas.
Piñera dice que todo es normal y Orwell ha salido de escena tras la sabia intervención de la democracia y la ley. Vaya inferencia absurda. ¿Pues, quien es el enemigo del que habla Piñera? El que él y los otros billonarios han creado, los pobres de Chile. Como he mostrado en mi libro del 2013 sobre el golpe a Salvador Allende en 1973, que las editoriales se han negado a traducir al castellano a pesar de que el Financial Times y The Observer lo listaron entre los mejores de no-ficción aquel año porque supuestamente el tema ya no interesa, Chile es el punto-cero del modelo neoliberal que ahora hace crisis por todo el mundo.
Desde Estados Unidos a Chile y Argentina, el fuego que recorre las Américas ha sido provocado por unos pocos. Los que se han beneficiado de un modelo cuya garantía de ganancia consiste en exprimir a muchos. Cuando éstos no tienen más que perder sino sus trabajos de mierda y se rebelan como si se tratase de una horda zombie, entonces los primeros llaman al ejército. Se parece a la trama del cuento-en-el cuento de Roberto Bolaños en el cual el hijo de un coronel y su novia zombi son perseguidos por la policía y el ejército. “No van a creerlo, pero ayer noche vi en la tele una película que era mi biografía... o un resumen de mis días en el puto planeta tierra”, dicen las primeras líneas.
Así se sienten los jóvenes de Chile. El 13 de octubre, el ministerio de transporte anunció que aumentaría otra vez los precios del metro en 30 pesos. Los estudiantes comenzaron una serie de protestas, en su mayoría pacificas, evadiendo las nuevas tarifas. El 17, el Sindicato de Trabajadores del metro anunció que apoyaba la protesta. El 18, la Ministro de Transporte Gloria Hutt sugirió que quienes protestaban de esta manera eran criminales.
Mientras estallaban las protestas, un video de Piñera celebrando el cumpleaños de su nieto en una pizzería de lujo se volvió viral. La gente, indignada, fue a la calle. No se trata de 30 pesos sino de 30 años de un modelo económico elevado al estatus de principio moral. Bajo éste quienes se hicieron más ricos durante la dictadura continúan haciéndose aún más ricos tras ella. Quince muertos después en Chile, los medios preferirán hablar del supuesto fraude en Bolivia al que ya se habían adelantado. Todo es normal. Orwell ha salido de escena.