No quería escribir esta opinión, porque sentía que no era el momento adecuado, pero dada la indignación que siento luego de ver la manera en cómo han convertido al excongresista Odín Sánchez, secuestrado por el ELN, en una especie de símbolo nacional de este flagelo, me decidí a hacerlo, asumiendo todas las consecuencias que puede traerme.
El secuestro es un crimen detestable que nadie tiene porque sufrir, porque no se vino a este mundo para ser privado de la libertad por un grupo ilegal que toma las armas con la excusa de forzar cambios en la institución, que mejoren las condiciones de vida de los más necesitados.
Sin embargo, así como no se debe tolerar que alguien prive de la libertad a otro con métodos ilegales, tampoco se puede aceptar que un grupo político como la familia Sánchez Montes de Oca, que ha sido señalado de corrupción política en el departamento del Chocó, lave su imagen valiéndose del secuestro de uno de sus miembros (Odín Sánchez), quien fue condenado por la justicia por tratos con paramilitares, posando de víctimas y de mártires.
No es posible que el presidente Juan Manuel Santos condicione el inicio de unos diálogos, a la liberación de Odín Sánchez, cuando no es el único secuestrado por el ELN. Lo lógico sería pedir que se deje en libertad a todos las personas que el grupo armado tiene en su poder, porque estoy seguro de que el resto de colombianos que se encuentran en esa condición, son personas que a diferencia del excongresista, no pertenecen a un grupo donde existen personas corruptas, ni han tenido tratos con paramilitares.
Si el presidente Santos no lo recuerda, me permito refrescarle la memoria. Patrocinio Sánchez, miembro de este clan familiar y quien fue gobernador del Chocó y alcalde de Quibdó, estuvo detenido por investigaciones relacionadas con el manejo del Sisbén y los recursos de la sobretasa de la gasolina y fue condenado por la Corte Suprema de Justicia por la ejecución de un contrato con el departamento de Salud del Chocó.
Odín Sánchez por su parte, fue condenado luego de que la Corte Suprema de Justicia determinara que brindaron “apoyo al proyecto político de las autodefensas que se denominó por una Urabá Grande Unida y en Paz, que se conoció en el Chocó como Proyecto Político del Darién Colombiano”.
No es posible que el primer mandatario no sepa que si el departamento del Chocó se encuentra sumergido en la miseria y el abandono, mucha culpa la tiene este grupo político, como para que ahora los legitime como una especie de símbolo nacional contra el secuestro.
Existe personas enteras que desde años atrás esperan conocer la suerte de sus familiares que cayeron en manos de ELN, las Farc o los paras, y que al día de hoy nadie les ha dado respuesta, ni se exige las liberaciones, como si se hace con Odín. ¿Qué se requiere acaso para que estos colombianos puedan contar con la ayuda del primer mandatario?; ¿hacer tratos con ilegales?; ¿ayudar a desfalcar las finanzas públicas de un municipio o departamento?
Estoy de acuerdo en que Odín Sánchez debe ser liberado, pero presidente Santos, por respeto a los familiares de los colombianos del común que se encuentran en manos del ELN, y que no han causado ningún mal a la sociedad, exija la liberación de todos los secuestrados y no únicamente de uno, que dicho sea de paso, no es precisamente un angelito de Dios.
Me queda una última pregunta: luego de que Odín Sánchez sea liberado como tiene que ser, ¿la familia Sánchez Montes de Oca exigirá reparación?
No quería escribir esta opinión, porque sentía que no era el momento adecuado, pero dada la indignación que siento luego de ver la manera en cómo han convertido al excongresista Odín Sánchez, secuestrado por el ELN, en una especie de símbolo nacional de este flagelo, me decidí a hacerlo, asumiendo todas las consecuencias que puede traerme.
El secuestro es un crimen detestable que nadie tiene porque sufrir, porque no se vino a este mundo para ser privado de la libertad por un grupo ilegal que toma las armas con la excusa de forzar cambios en la institución, que mejoren las condiciones de vida de los más necesitados.
Sin embargo, así como no se debe tolerar que alguien prive de la libertad a otro con métodos ilegales, tampoco se puede aceptar que un grupo político como la familia Sánchez Montes de Oca, que ha sido señalado de corrupción política en el departamento del Chocó, lave su imagen valiéndose del secuestro de uno de sus miembros (Odín Sánchez), quien fue condenado por la justicia por tratos con paramilitares, posando de víctimas y de mártires.
No es posible que el presidente Juan Manuel Santos condicione el inicio de unos diálogos, a la liberación de Odín Sánchez, cuando no es el único secuestrado por el ELN. Lo lógico sería pedir que se deje en libertad a todos las personas que el grupo armado tiene en su poder, porque estoy seguro de que el resto de colombianos que se encuentran en esa condición, son personas que a diferencia del excongresista, no pertenecen a un grupo donde existen personas corruptas, ni han tenido tratos con paramilitares.
Si el presidente Santos no lo recuerda, me permito refrescarle la memoria. Patrocinio Sánchez, miembro de este clan familiar y quien fue gobernador del Chocó y alcalde de Quibdó, estuvo detenido por investigaciones relacionadas con el manejo del Sisbén y los recursos de la sobretasa de la gasolina y fue condenado por la Corte Suprema de Justicia por la ejecución de un contrato con el departamento de Salud del Chocó.
Odín Sánchez por su parte, fue condenado luego de que la Corte Suprema de Justicia determinara que brindaron “apoyo al proyecto político de las autodefensas que se denominó por una Urabá Grande Unida y en Paz, que se conoció en el Chocó como Proyecto Político del Darién Colombiano”.
No es posible que el primer mandatario no sepa que si el departamento del Chocó se encuentra sumergido en la miseria y el abandono, mucha culpa la tiene este grupo político, como para que ahora los legitime como una especie de símbolo nacional contra el secuestro.
Existe personas enteras que desde años atrás esperan conocer la suerte de sus familiares que cayeron en manos de ELN, las Farc o los paras, y que al día de hoy nadie les ha dado respuesta, ni se exige las liberaciones, como si se hace con Odín. ¿Qué se requiere acaso para que estos colombianos puedan contar con la ayuda del primer mandatario?; ¿hacer tratos con ilegales?; ¿ayudar a desfalcar las finanzas públicas de un municipio o departamento?
Estoy de acuerdo en que Odín Sánchez debe ser liberado, pero presidente Santos, por respeto a los familiares de los colombianos del común que se encuentran en manos del ELN, y que no han causado ningún mal a la sociedad, exija la liberación de todos los secuestrados y no únicamente de uno, que dicho sea de paso, no es precisamente un angelito de Dios.
Me queda una última pregunta: luego de que Odín Sánchez sea liberado como tiene que ser, ¿la familia Sánchez Montes de Oca exigirá reparación?