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Entre los años 1988 y 1991 la programadora RTI producía la novela ¿Por qué mataron a Betty si era tan buena muchacha?, que era transmitida en el Canal Uno todos los lunes a las 8:30 de la noche, en donde sus protagonistas tratan de descubrir el misterio que rodea el hallazgo de un esqueleto que se supone corresponde al cuerpo de una empleada de aquel lugar que años atrás desapareció sin dejar rastro. En el intento quedan en evidencia secretos que, aunque saltaban a la vista, nadie mencionaba.
Algo así sucede con el asesinato de María del Pilar Hurtado en el municipio de Tierralta, un lugar donde la mayoría de sus habitantes se conocen entre sí, y todos saben a qué se dedica el uno y el otro, así nadie lo mencione. Es un lugar que no supera los 200.000 habitantes, que en el pasado hizo parte de una fuerte disputa territorial entre las Farc y las Auc, y que fue dominado por este último grupo ilegal durante años, al punto en que nada se hacía sin su visto bueno y sin que nadie se atreviera a contrariar una orden. Todo esto sucedía en presencia de las autoridades locales, la policía y las fuerzas militares que operaban en la zona.
La situación no ha cambiado muy a pesar de que hoy las Farc se desarmaron y las Auc no existen, pero sí hay disidentes de la exguerrilla que decidieron continuar en actividades como el tráfico de drogas y armas ilegales, y reincidentes y mandos medios de las Auc que no hicieron parte de la desmovilización de los paramilitares en el gobierno Uribe, quienes junto con los primeros se han encargado de sembrar terror en este municipio, al punto en que es notorio que en este lugar reina la ley del silencio y de los ojos que no ven, así el corazón sienta.
Es difícil creer que en un lugar donde todos saben quién es quién no se sepa quién apretó el gatillo que terminó con la vida de María del Pilar Hurtado. ¿Por qué la mataron y quién dio la orden? Otra cosa es que, por miedo a ser asesinados, no quieran hablar. Tampoco es posible creer que desconozcan a qué se dedicaba esta mujer.
Algunos dicen que era líder social; otros, que no lo era; algunos aseguran que junto a otras personas realizaba los trámites pertinentes para vivir en un lote, propiedad de la familia del alcalde de Tierralta; otros afirman que se trataba de una ocupante ilegal en aquel terreno y no podía faltar el que asegura que tiene vínculos con un actor ilegal. Conclusión, nadie sabe quién era, ni qué hacía, ni mucho menos por qué la mataron. ¿Ley del silencio?
Pierde el tiempo el presidente Duque enviando una comisión para que investigue lo que sucede en este municipio. La situación de orden público que vive este territorio es un secreto a voces, del que solo se habla en medios nacionales si sucede un hecho trágico de enormes proporciones o si este hecho está acompañado de algún suceso que llame la atención como el llanto desesperado del hijo de María del Pilar Hurtado viendo a su madre tendida en el suelo recién asesinada, ante la mirada indiferente de quienes estaban presentes.
Todos sabemos que nada extraordinario harán quienes conforman la comisión enviada por el primer mandatario a Tierralta, más allá de encontrar que fue “un asesinato que hay que rechazar y que hay que exigirles a las autoridades judiciales celeridad en la investigación”, para que todo siga igual, porque lo que existe en este lugar es la presencia del crimen organizado que hace y deshace al punto en que para los habitantes del municipio sus acciones se han convertido en una especie de lugar común y de una u otra forma, aunque suene exótico, ya se acostumbraron a convivir con él, de la misma forma como lo hicieron los colombianos en los territorios que durante décadas enteras fueron dominados por las Farc.
Por eso es tan importante que el Estado en su conjunto se decida no solo a luchar contra el crimen organizado, sino que además ejecute acciones que les devuelvan la legalidad a los territorios que hicieron parte de la disputa territorial de los grupos armados ilegales, para que estos no sean reocupados por un actor nuevo.
Asesinatos como el de María del Pilar Hurtado no deben estar ocurriendo en Colombia y para esto no solo se requieren las acciones pertinentes del Estado, sino además que la clase política deje de incendiar los ánimos en los colombianos del común, utilizando el insulto y los señalamientos que van y vienen de un lado hacia el otro con el ánimo de eliminar a su contrario moralmente ante los ojos de los demás.
Pueda que algún día sepamos por qué mataron a María del Pilar Hurtado. Ojalá que no nos suceda lo mismo que a los colombianos que tuvimos que esperar tres años para enterarnos por qué mataron a Betty si era tan buena muchacha, mientras sí descubríamos con el pasar de cada capítulo de la telenovela lo que escondían los personajes que rodeaban a la supuesta mujer asesinada, a los que llegamos a calificar como “buenas personas”, pero que en el fondo no lo eran tanto.
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