Hemos insistido varias veces en que Duque nos demostró que “cualquiera” puede ser ministro al tiempo que Petro nos confirmó que “cualquiera es cualquiera”. Dejando a Duque de lado -ya no es tiempo para hacerle oposición y tampoco para recordarle que fue él quien por su regular gestión nos dejó en las nefastas manos de Petro-, concentrémonos en un tema de cardinal importancia como lo es el de la crisis del Icetex.
Empecemos por decir que el gobierno Petro se ha caracterizado por muchas cosas terribles: corrupción, falta de preparación, desfachatez, falta de planeación, improvisación, sectarismo, autoritarismo, habladera de carreta e inejecución. Todo junto nos lleva a concluir, ineludiblemente, que el gobierno de Petro es como Petro: impresentable y vergonzoso.
El ministro de Educación José Daniel Rojas Medellín, que por sus pobres ejecutorias en la vida, antes de ser alfil importante del gobierno Petro, nos ha demostrado y con creces, que está haciendo méritos para ser condecorado como uno de los peores ministros del gobierno Petro. Esto no es irrelevante ni fácil, pues se suma a la ardua disputa que por ese preciado galardón hay entre Irene Vélez, Francia Márquez, Álvaro Leyva, Carolina Corcho, Gloria Inés Ramírez, Luis Guillermo Murillo, Patricia Ariza, Yesenia Olaya y María Isabel Urrutia, por solo citar algunos cuantos.
Lo primero que hay que decir es que Petro se ha caracterizado, como en casi todos los temas-, por pontificar sobre la educación como una política pública en bien de la sociedad y el desarrollo. En esos ya históricos discursos ha “puesto en funcionamiento” decenas de colegios que jamás construyó en los que han estudiado miles y miles de estudiantes que nunca lo hicieron. De igual manera, ha prometido universidades gratuitas por todo Colombia con múltiples facultades para millones de jóvenes de las que ni un ladrillo se ha visto: universidades en el aire, como las casas diseñadas por el maestro Rafael Escalona.
También en campaña prometió Petro hacer una revolución en el Icetex, un cambio histórico, radical, sin precedentes. Y en esto, el vocero de notificarle a Colombia el cambio, fue el ministro de Educación Rojas Medellín -a pesar de ser el presidente de su junta directiva- y que miles y miles de jóvenes no recibirán, o al menos no de forma oportuna, casi medio billón de pesos de subsidios, dejándolos en el aire viendo un chispero con sus becas.
La solución, dijo el ministro el pasado lunes, está en que las universidades privadas (nacionales e internacionales) “nos ayuden y que juntas y juntos les demos una respuesta sólida a los estudiantes a las estudiantes, también adaptando sus calendarios a esa reprogramación”, lo cual si no fuera por la gravedad del problema para miles y miles de estudiantes causaría más que risa.
La educación de los colombianos no puede estar en manos de semejante ministro, pero es difícil que lo cambien por alguien que entiende que está ahí para evitar los problemas y para solucionar efectivamente los que existan, y no para ser portador de estupideces y de proyectos de cambio del Icetex irrealizables y absurdos, como convertirlo en banco de primer piso, previo a la tramitación de un proyecto de ley que no soluciona el problema actual, sino que lo agrava.
Lo que ocurre en el Icetex es otra de las promesas incumplidas. Petro, bueno para prometer y malo para hacer, también les incumplió a los colombianos en materia de educación. Algunos creyeron en sus falsas promesas de “educación gratuita para todos y todas” y de ayuda a quienes estudian en el exterior.
Hemos insistido varias veces en que Duque nos demostró que “cualquiera” puede ser ministro al tiempo que Petro nos confirmó que “cualquiera es cualquiera”. Dejando a Duque de lado -ya no es tiempo para hacerle oposición y tampoco para recordarle que fue él quien por su regular gestión nos dejó en las nefastas manos de Petro-, concentrémonos en un tema de cardinal importancia como lo es el de la crisis del Icetex.
Empecemos por decir que el gobierno Petro se ha caracterizado por muchas cosas terribles: corrupción, falta de preparación, desfachatez, falta de planeación, improvisación, sectarismo, autoritarismo, habladera de carreta e inejecución. Todo junto nos lleva a concluir, ineludiblemente, que el gobierno de Petro es como Petro: impresentable y vergonzoso.
El ministro de Educación José Daniel Rojas Medellín, que por sus pobres ejecutorias en la vida, antes de ser alfil importante del gobierno Petro, nos ha demostrado y con creces, que está haciendo méritos para ser condecorado como uno de los peores ministros del gobierno Petro. Esto no es irrelevante ni fácil, pues se suma a la ardua disputa que por ese preciado galardón hay entre Irene Vélez, Francia Márquez, Álvaro Leyva, Carolina Corcho, Gloria Inés Ramírez, Luis Guillermo Murillo, Patricia Ariza, Yesenia Olaya y María Isabel Urrutia, por solo citar algunos cuantos.
Lo primero que hay que decir es que Petro se ha caracterizado, como en casi todos los temas-, por pontificar sobre la educación como una política pública en bien de la sociedad y el desarrollo. En esos ya históricos discursos ha “puesto en funcionamiento” decenas de colegios que jamás construyó en los que han estudiado miles y miles de estudiantes que nunca lo hicieron. De igual manera, ha prometido universidades gratuitas por todo Colombia con múltiples facultades para millones de jóvenes de las que ni un ladrillo se ha visto: universidades en el aire, como las casas diseñadas por el maestro Rafael Escalona.
También en campaña prometió Petro hacer una revolución en el Icetex, un cambio histórico, radical, sin precedentes. Y en esto, el vocero de notificarle a Colombia el cambio, fue el ministro de Educación Rojas Medellín -a pesar de ser el presidente de su junta directiva- y que miles y miles de jóvenes no recibirán, o al menos no de forma oportuna, casi medio billón de pesos de subsidios, dejándolos en el aire viendo un chispero con sus becas.
La solución, dijo el ministro el pasado lunes, está en que las universidades privadas (nacionales e internacionales) “nos ayuden y que juntas y juntos les demos una respuesta sólida a los estudiantes a las estudiantes, también adaptando sus calendarios a esa reprogramación”, lo cual si no fuera por la gravedad del problema para miles y miles de estudiantes causaría más que risa.
La educación de los colombianos no puede estar en manos de semejante ministro, pero es difícil que lo cambien por alguien que entiende que está ahí para evitar los problemas y para solucionar efectivamente los que existan, y no para ser portador de estupideces y de proyectos de cambio del Icetex irrealizables y absurdos, como convertirlo en banco de primer piso, previo a la tramitación de un proyecto de ley que no soluciona el problema actual, sino que lo agrava.
Lo que ocurre en el Icetex es otra de las promesas incumplidas. Petro, bueno para prometer y malo para hacer, también les incumplió a los colombianos en materia de educación. Algunos creyeron en sus falsas promesas de “educación gratuita para todos y todas” y de ayuda a quienes estudian en el exterior.