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Los partidos políticos están en crisis, reflejo de su incapacidad para adaptarse a un mundo diferente de cuando fueron creados: la institucionalidad producto de las revoluciones francesa y norteamericana interpreta parcialmente las nuevas realidades. El gobierno unipersonal, por elección popular, está derivando en formas autoritarias inaceptables e inadecuadas para afrontar la complejidad actual que superó los límites ecológicos, sociales y económicos.
Este domingo se llevará a cabo la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, con muchos candidatos, incluido el presidente Macron, que oficializó su candidatura en el último momento. Daba por hecha su victoria, pues representaba a Francia y a la Unión Europea como presidente temporal, y tenía doble vocería ante Putin y Biden en la crisis de Ucrania. Un escenario óptimo para asegurar su reelección por cinco años. El conflicto militar estalló y adquirió múltiples formas, una prolongación de la Segunda Guerra Mundial. Los demás candidatos se vieron obligados a referir sus campañas al teatro de la guerra y sufrieron las consecuencias de sus posturas, por la dificultad para conciliarlas con la política interna.
Las tres candidaturas de la derecha reaccionaron con velocidad y ganaron electorado volátil de centro. Le Pen, con promesas de aumentos salariales y eliminación de impuestos a los jóvenes, entre otras; Zemmour (10 %), con las fórmulas de la derecha radical, y Pécresse (8,5 %), por el rescate del gaullismo.
La izquierda francesa, atomizada, no parece tener opción a pesar de que tiene figuras como Hidalgo (2 %), la alcaldesa socialista de París; Jadot (6 %), parlamentario europeo por los verdes de Europa Ecología; Roussel (3,5 %), del Partido Comunista, y otros candidatos. Todos se desdibujaron o fragmentaron con ideas que interpretan solo parte de la realidad. Mélenchon (16 %), insumiso, radical, pero coherente, recogió algo de este caos; invita ahora al voto útil, demasiado tarde.
Muchos franceses no quieren más a Macron; no olvidan el estallido social de los chalecos amarillos, sus políticas fiscales para favorecer a los ricos, el mal manejo de la pandemia y las vacunas, la pérdida de sectores productivos estratégicos, la inflación, el incumplimiento de los compromisos energéticos, climáticos y ambientales, la crisis actual en Córcega, las Antillas, etcétera. Sigue en la trayectoria neoliberal, nuevamente anuncia aumentar la edad de jubilación, trabajar más y producir más, se apropia de consignas de otros, ofrece darles gusto a todos, promete dejar su actitud jupiteriana y hacer consultas populares, que ha desconocido.
Macron (26,5 %) y Le Pen (21,5 %) quedarán para la segunda vuelta; si Marine Le Pen contara con los votos de la derecha, podría ganar la Presidencia de Francia. Por eso Macron se despertó, entró en fuerte campaña para conservar electores de centro y recuperar los de derecha y centroizquierda que estaba perdiendo. En caso de ganar, tendrá difíciles las próximas legislativas. Además del teatro de la guerra cada vez más riesgoso y la perdida de poder en el escenario mundial.
Macron empujó a Francia a la derecha, a le monde d’hier (al mundo de ayer).
* Porcentajes según las encuestas publicadas el 6 de abril.