Los colegios y las universidades hacen parte de los pocos sectores en Colombia que siguen con restricciones totales a causa de la pandemia. Mientras bares, restaurantes, iglesias, talleres, juzgados, transporte público, aviones, construcciones, campamentos en la cosecha cafetera y una larga lista han comenzado a funcionar, con restricciones o sin ellas, los salones siguen siendo espacios prohibidos. La decisión tiene muy poco que ver con la evidencia científica y se basa casi exclusivamente en algunos temores frente a la reacción de la opinión pública y en estrategias ligadas a las viejas (y justificadas) luchas laborales y políticas de los maestros. En este pulso los alumnos son al mismo tiempo el escudo para alegar necesidades de protección frente al virus y las víctimas de un encierro forzoso que desconoce otros peligros asociados a más de siete meses sin colegio.
Los peligros del recreo
07 de octubre de 2020 - 03:00 a. m.