El mensaje que tanto temía llegó: “Mi mamá murió esta mañana”, decía Jimena Perry. María Candelaria Posada, editora, brillante, culta, amiga hace más de medio siglo, mi primera lectora, mujer valiente que luchó contra el cáncer desde hace 18 años, sin una queja, siempre con la misma respuesta —“yo estoy bien, mi Patty—, perdió su batalla este 21 de febrero, 15 días después de cumplir 74 años. Suspender el diálogo que mantenía con ella me va a ser difícil.
El mejor homenaje que puedo hacerle es publicar algunos de los poemas que escribió cuando luchaba contra el Innombrable.
En el correo en que me los remitió me decía: “Mis poemas por ahora tienen seis lectores: mis hijos, Luisa (su nieta), Laura (Restrepo), Carmen (Barvo) y tú”. Ahora mis lectores también leerán tus poemas:
Vieja
Soy una mujer vieja / Que le escribe a la muerte / La he visto muy de cerca / Reconozco sus ojos / Por ratos furibundos / Como brasas que arden / Por ratos destilando sarcasmo / Sabe bien que esta lucha / La ganó desde siempre / Pero al igual que el agua / Yo sigo / Camino hacia adelante / Con mi bastón certero / No caigo y si lo hiciera / Hay manos que me ayudan / Soy una mujer vieja / Eso quiere decir que / Han pasado los años / Que hay tiempos que viví / Tiempos en que no la veía / Años en que podía / Ir firme hacia adelante / Eso es una victoria / No ganaré la guerra / Pero sí las batallas / Quizás eso es lo que hace / Que me mire con rabia / Cada vez que le escribo / Le repito sonriente / Soy una mujer vieja
Oración
Ellas palabras / Todo ya está dicho / Pero día tras día / Hay que volver a visitarlas / Adorarlas rezarles / Pedirles que me dejen / Hablar de ellas con ellas / Lanzarlas como un garfio en una almena / Por donde pueda yo subir / A tomarme el castillo / O al menos su apariencia / Castillo de estar viva / De decir las palabras / Mi amor lucero mío / Mis hijos tan amados / Razones de vivir / Mejor dicho de querer estar bien / Ellas palabras me arrebaten / De la peor palabra la no viva / La que sigue danzando cerca de mí pavorosa / Ellas palabras / Deidades salvadoras / Acójanme en sus letras
Escudo
Como un escudo griego / Maladie me cubría / Pasaba horas sentada / Con ojos en los tiempos / En que movía montañas / Ahora me dicen que se ha ido / Podría volver pero hoy / Maladie me ha dejado / Y pienso / ¿Movería otras montañas? / Y me siento y escribo este poema
Visita
“Because I could not stop for Death / He kindly stopped for me”. Emily Dickinson
Ella estuvo aquí / Sus pasos se sentían desde lejos / Y el frío que la rodea se acercaba / Todos sabíamos que no venía por mí / Venía a reclamar al viejo perro / Y cuando se agachó a recogerlo / Me miró con los ojos que conozco / Hace tiempo / Nos hemos encontrado varias veces / No le temo a su oscura mirada / Ni a la ondulante hoz que blande / Esperando que en cada sacudida / Ruede alguna cabeza / La miré sin angustia / Ella sabe que un día seré suya / Y yo lo sé también / Mientras tanto / Tengo cosas que hacer
Maladie te ha llevado, María Candelaria querida. Paz en tu tumba. Un abrazo muy estrecho para Luisa, Jimena y Nicolás. Y para Laura y Carmen también.
Nota 1. El Estado debe garantizar YA la seguridad de Leyner Palacios y su familia.
Nota 2. Esta columna reaparecerá en abril.
El mensaje que tanto temía llegó: “Mi mamá murió esta mañana”, decía Jimena Perry. María Candelaria Posada, editora, brillante, culta, amiga hace más de medio siglo, mi primera lectora, mujer valiente que luchó contra el cáncer desde hace 18 años, sin una queja, siempre con la misma respuesta —“yo estoy bien, mi Patty—, perdió su batalla este 21 de febrero, 15 días después de cumplir 74 años. Suspender el diálogo que mantenía con ella me va a ser difícil.
El mejor homenaje que puedo hacerle es publicar algunos de los poemas que escribió cuando luchaba contra el Innombrable.
En el correo en que me los remitió me decía: “Mis poemas por ahora tienen seis lectores: mis hijos, Luisa (su nieta), Laura (Restrepo), Carmen (Barvo) y tú”. Ahora mis lectores también leerán tus poemas:
Vieja
Soy una mujer vieja / Que le escribe a la muerte / La he visto muy de cerca / Reconozco sus ojos / Por ratos furibundos / Como brasas que arden / Por ratos destilando sarcasmo / Sabe bien que esta lucha / La ganó desde siempre / Pero al igual que el agua / Yo sigo / Camino hacia adelante / Con mi bastón certero / No caigo y si lo hiciera / Hay manos que me ayudan / Soy una mujer vieja / Eso quiere decir que / Han pasado los años / Que hay tiempos que viví / Tiempos en que no la veía / Años en que podía / Ir firme hacia adelante / Eso es una victoria / No ganaré la guerra / Pero sí las batallas / Quizás eso es lo que hace / Que me mire con rabia / Cada vez que le escribo / Le repito sonriente / Soy una mujer vieja
Oración
Ellas palabras / Todo ya está dicho / Pero día tras día / Hay que volver a visitarlas / Adorarlas rezarles / Pedirles que me dejen / Hablar de ellas con ellas / Lanzarlas como un garfio en una almena / Por donde pueda yo subir / A tomarme el castillo / O al menos su apariencia / Castillo de estar viva / De decir las palabras / Mi amor lucero mío / Mis hijos tan amados / Razones de vivir / Mejor dicho de querer estar bien / Ellas palabras me arrebaten / De la peor palabra la no viva / La que sigue danzando cerca de mí pavorosa / Ellas palabras / Deidades salvadoras / Acójanme en sus letras
Escudo
Como un escudo griego / Maladie me cubría / Pasaba horas sentada / Con ojos en los tiempos / En que movía montañas / Ahora me dicen que se ha ido / Podría volver pero hoy / Maladie me ha dejado / Y pienso / ¿Movería otras montañas? / Y me siento y escribo este poema
Visita
“Because I could not stop for Death / He kindly stopped for me”. Emily Dickinson
Ella estuvo aquí / Sus pasos se sentían desde lejos / Y el frío que la rodea se acercaba / Todos sabíamos que no venía por mí / Venía a reclamar al viejo perro / Y cuando se agachó a recogerlo / Me miró con los ojos que conozco / Hace tiempo / Nos hemos encontrado varias veces / No le temo a su oscura mirada / Ni a la ondulante hoz que blande / Esperando que en cada sacudida / Ruede alguna cabeza / La miré sin angustia / Ella sabe que un día seré suya / Y yo lo sé también / Mientras tanto / Tengo cosas que hacer
Maladie te ha llevado, María Candelaria querida. Paz en tu tumba. Un abrazo muy estrecho para Luisa, Jimena y Nicolás. Y para Laura y Carmen también.
Nota 1. El Estado debe garantizar YA la seguridad de Leyner Palacios y su familia.
Nota 2. Esta columna reaparecerá en abril.