“Hacer ‘trizas’ el acuerdo (de paz) es ponerle una bomba a Colombia (...) ¡Es un llamado a la guerra! Es hacer una convocatoria a la destrucción,” dijo el matemático Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín, exgobernador de Antioquia, hoy candidato presidencial en busca de las más de 470.000 firmas que avalarán su aspiración presidencial.
Bajo esa premisa, Fajardo planteó “pasar la página de violencia y corrupción que ha marcado el país por décadas, a una nueva que tiene que ver con las capacidades y la apuesta por la riqueza” de regiones, personas y comunidades, la cual “se hace desde la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación, el emprendimiento y la cultura. Vamos a cambiar de protagonistas en Colombia”, dijo. “Los protagonistas de este país, en la últimas décadas, han sido guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, ilegales y corruptos. Vamos a escribir una nueva página en la que los protagonistas serán maestros, innovadores, científicos, emprendedores y artistas”.
Y es verdad: las primeras planas de los medios se dedican a informar sobre las capturas del fiscal anticorrupción; de los jueces y fiscales a sueldo de delincuentes; del secretario de Seguridad de Medellín, al parecer vinculado con bandas criminales; de los implicados en la financiación, por parte de Odebrecht, de las campañas presidenciales; y a comentar los escándalos de Reficar, etc, para no hablar de la obsesión con las Farc, el Eln y los narcoterroristas.
Y si a esas dosis diarias de noticias penales, les sumamos los cientos de mensajes que nos llegan por las redes sociales, la mayoría mentirosos y cargados de odio, acabamos convencidos de que Colombia es un país de hampones, sin remedio ni esperanza.
Sin embargo, como anotó la economista Ana María Ibáñez, “deberíamos concentrarnos en fortalecer lo positivo y solucionar los múltiples problemas que tenemos”.
Y eso es justamente lo que propone Fajardo: “tenemos raíces muy profundas asociadas con la destrucción”, dijo. “Por eso dentro de los programas nuestros está la reconciliación explicada en tres puntos: respeto a los acuerdos, cultura ciudadana (convivencia y legalidad) y seguridad ciudadana”.
Y Fajardo tiene autoridad para hablar del tema, pues como alcalde de Medellín encontró que allá se acababan de desmovilizar 4.500 paramilitares, y tuvo que manejar su reincorporación a la sociedad. Y lo hizo a base de brindarles educación, atención sicológica y oportunidades de trabajo. Y tuvo bastante éxito, pues sólo una minoría reincidió en el delito. Y hoy en el país hay 6.500 guerrilleros para reinsertar. De manera que con menos odio y más educación, es posible lograrlo.
Y tanto en Medellín como en Antioquia, Fajardo consiguió dar un salto en educación. Y fomentó la cultura y la equidad de género. Y gobernó sin que lo eligiera el clientelismo y sin acceder al chantaje de los políticos. E hizo cosas buenas. Y sería un buen presidente. Como lo serían también otros candidatos que comparten la necesidad de respetar los acuerdos de paz y de luchar contra la corrupción: Antonio Navarro, Claudia López, Clara López, Jorge Robledo, Humberto de La Calle...
Sin embargo la pregunta es: ¿cómo diablos van a lograr escoger muy pronto a un solo candidato que se enfrente al de Uribe y la derecha unida? Porque con el apoyo unificado del centro y del centroizquierda, esa propuesta política tendría posibilidades de pasar a la segunda vuelta. Pero si excluyen de la coalición a una sola de esas fuerzas, marcharían hacia el suicidio...
www.patricialarasalive.com, @patricialarasa
“Hacer ‘trizas’ el acuerdo (de paz) es ponerle una bomba a Colombia (...) ¡Es un llamado a la guerra! Es hacer una convocatoria a la destrucción,” dijo el matemático Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín, exgobernador de Antioquia, hoy candidato presidencial en busca de las más de 470.000 firmas que avalarán su aspiración presidencial.
Bajo esa premisa, Fajardo planteó “pasar la página de violencia y corrupción que ha marcado el país por décadas, a una nueva que tiene que ver con las capacidades y la apuesta por la riqueza” de regiones, personas y comunidades, la cual “se hace desde la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación, el emprendimiento y la cultura. Vamos a cambiar de protagonistas en Colombia”, dijo. “Los protagonistas de este país, en la últimas décadas, han sido guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, ilegales y corruptos. Vamos a escribir una nueva página en la que los protagonistas serán maestros, innovadores, científicos, emprendedores y artistas”.
Y es verdad: las primeras planas de los medios se dedican a informar sobre las capturas del fiscal anticorrupción; de los jueces y fiscales a sueldo de delincuentes; del secretario de Seguridad de Medellín, al parecer vinculado con bandas criminales; de los implicados en la financiación, por parte de Odebrecht, de las campañas presidenciales; y a comentar los escándalos de Reficar, etc, para no hablar de la obsesión con las Farc, el Eln y los narcoterroristas.
Y si a esas dosis diarias de noticias penales, les sumamos los cientos de mensajes que nos llegan por las redes sociales, la mayoría mentirosos y cargados de odio, acabamos convencidos de que Colombia es un país de hampones, sin remedio ni esperanza.
Sin embargo, como anotó la economista Ana María Ibáñez, “deberíamos concentrarnos en fortalecer lo positivo y solucionar los múltiples problemas que tenemos”.
Y eso es justamente lo que propone Fajardo: “tenemos raíces muy profundas asociadas con la destrucción”, dijo. “Por eso dentro de los programas nuestros está la reconciliación explicada en tres puntos: respeto a los acuerdos, cultura ciudadana (convivencia y legalidad) y seguridad ciudadana”.
Y Fajardo tiene autoridad para hablar del tema, pues como alcalde de Medellín encontró que allá se acababan de desmovilizar 4.500 paramilitares, y tuvo que manejar su reincorporación a la sociedad. Y lo hizo a base de brindarles educación, atención sicológica y oportunidades de trabajo. Y tuvo bastante éxito, pues sólo una minoría reincidió en el delito. Y hoy en el país hay 6.500 guerrilleros para reinsertar. De manera que con menos odio y más educación, es posible lograrlo.
Y tanto en Medellín como en Antioquia, Fajardo consiguió dar un salto en educación. Y fomentó la cultura y la equidad de género. Y gobernó sin que lo eligiera el clientelismo y sin acceder al chantaje de los políticos. E hizo cosas buenas. Y sería un buen presidente. Como lo serían también otros candidatos que comparten la necesidad de respetar los acuerdos de paz y de luchar contra la corrupción: Antonio Navarro, Claudia López, Clara López, Jorge Robledo, Humberto de La Calle...
Sin embargo la pregunta es: ¿cómo diablos van a lograr escoger muy pronto a un solo candidato que se enfrente al de Uribe y la derecha unida? Porque con el apoyo unificado del centro y del centroizquierda, esa propuesta política tendría posibilidades de pasar a la segunda vuelta. Pero si excluyen de la coalición a una sola de esas fuerzas, marcharían hacia el suicidio...
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