Chocó: “El Gobierno sigue ciego, sordo y mudo”
“La paz no llegó a Chocó”, dijo un delegado de la Diócesis de Quibdó. “Antes había un solo actor, las Farc. Pero cuando se fueron y entraron el Eln y las Agc (Autodefensas Gaitanistas) se recrudeció la violencia”.
En reunión con el defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, durante la gira realizada por ese Chocó tan bello y tan rico pero inmerso en la miseria y la violencia, los delegados de la Diócesis de Quibdó explicaron los horrores que los chocoanos padecen a diario: el reclutamiento de menores, en el que es campeón el Eln; el confinamiento en que viven muchas poblaciones debido a que los grupos armados minan los territorios y la gente no puede salir a coger plátano, a pescar o a acudir a un médico; los asesinatos; las desapariciones; el desplazamiento generado por el pánico que producen principalmente las Agc, que viven buscando colaboradores del Eln para matarlos, y colaboradores son todos porque todas las comunidades están doblegadas por los violentos de turno y se encuentran en un sándwich de horror, ya que saben, por ejemplo, que si les venden un producto a los unos los matan los otros, y viceversa…
“Por eso insistimos en que la única salida es que se sienten a dialogar el Gobierno y el Eln”, afirmó otro delegado de la Diócesis. “Pero la terquedad de los dos es tremenda. Los obispos han firmado cartas y el Gobierno sigue, como dice Shakira, ciego, sordo y mudo. Esperamos que algún día entiendan que la guerra engendra más guerra y que esto no se acaba con armas y con violencia. Todos tienen que ceder. Esta es una guerra que la están pagando los campesinos y, como Diócesis, vamos a seguir denunciando”, manifestó.
Entonces añadió algo aterrador: “Hay una sistematicidad para desalojar a los chocoanos de los sitios donde hay megaproyectos. En esas zonas el conflicto es más agudo. Y los grupos armados operan como instrumentos. El Eln se ha prostituido y le juega al mejor postor. Muchos venezolanos han sido cooptados por los grupos armados. Y el paramilitarismo está enquistado en el territorio. Vayan a Vigía del Fuerte y vean… Nosotros hemos denunciado la connivencia de la Fuerza Pública con ellos. Pero esa relación no la quiere ver el Gobierno...”.
Y en otra reunión con el defensor del Pueblo, un líder de Dos Bocas dijo: “Si me van a matar, que me maten… Pero lo digo: para nadie es un secreto que aquí la Armada está trabajando conjuntamente con las autodefensas. Los ven pasar y ni los miran... En cambio a nosotros nos requisan a más no poder... Nunca escucho que en las noticias digan: «Vamos a acabar con las autodefensas». Dicen: «Vamos a acabar con la guerrilla». Por eso nunca se va a resolver el problema de orden público en Juradó. Y ahora, en algunos lugares, andan juntos el Eln y las Agc…”.
En ese atroz sancocho de violencias que hay en ese vasto territorio localizado en una selva indomable pueden entrar 10.000 o 20.000 soldados a controlar el narcotráfico o la guerra y no lograrán mayores resultados. Por eso, como dijeron los delegados de la Diócesis, las únicas salidas son que el Gobierno y el Eln negocien la paz; que se reviva el plan de sometimiento a la justicia del Clan del Golfo, hoy Agc, el cual, como el cese bilateral del fuego con el Eln, estuvo de un cacho al final del gobierno anterior, y que se haga un enorme plan de inversión para que los chocoanos, todavía inexplicablemente alegres, salgan de la miseria.
Lo demás es bla, bla, bla.
www.patricialarasalive.com, @patricialarasa
“La paz no llegó a Chocó”, dijo un delegado de la Diócesis de Quibdó. “Antes había un solo actor, las Farc. Pero cuando se fueron y entraron el Eln y las Agc (Autodefensas Gaitanistas) se recrudeció la violencia”.
En reunión con el defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, durante la gira realizada por ese Chocó tan bello y tan rico pero inmerso en la miseria y la violencia, los delegados de la Diócesis de Quibdó explicaron los horrores que los chocoanos padecen a diario: el reclutamiento de menores, en el que es campeón el Eln; el confinamiento en que viven muchas poblaciones debido a que los grupos armados minan los territorios y la gente no puede salir a coger plátano, a pescar o a acudir a un médico; los asesinatos; las desapariciones; el desplazamiento generado por el pánico que producen principalmente las Agc, que viven buscando colaboradores del Eln para matarlos, y colaboradores son todos porque todas las comunidades están doblegadas por los violentos de turno y se encuentran en un sándwich de horror, ya que saben, por ejemplo, que si les venden un producto a los unos los matan los otros, y viceversa…
“Por eso insistimos en que la única salida es que se sienten a dialogar el Gobierno y el Eln”, afirmó otro delegado de la Diócesis. “Pero la terquedad de los dos es tremenda. Los obispos han firmado cartas y el Gobierno sigue, como dice Shakira, ciego, sordo y mudo. Esperamos que algún día entiendan que la guerra engendra más guerra y que esto no se acaba con armas y con violencia. Todos tienen que ceder. Esta es una guerra que la están pagando los campesinos y, como Diócesis, vamos a seguir denunciando”, manifestó.
Entonces añadió algo aterrador: “Hay una sistematicidad para desalojar a los chocoanos de los sitios donde hay megaproyectos. En esas zonas el conflicto es más agudo. Y los grupos armados operan como instrumentos. El Eln se ha prostituido y le juega al mejor postor. Muchos venezolanos han sido cooptados por los grupos armados. Y el paramilitarismo está enquistado en el territorio. Vayan a Vigía del Fuerte y vean… Nosotros hemos denunciado la connivencia de la Fuerza Pública con ellos. Pero esa relación no la quiere ver el Gobierno...”.
Y en otra reunión con el defensor del Pueblo, un líder de Dos Bocas dijo: “Si me van a matar, que me maten… Pero lo digo: para nadie es un secreto que aquí la Armada está trabajando conjuntamente con las autodefensas. Los ven pasar y ni los miran... En cambio a nosotros nos requisan a más no poder... Nunca escucho que en las noticias digan: «Vamos a acabar con las autodefensas». Dicen: «Vamos a acabar con la guerrilla». Por eso nunca se va a resolver el problema de orden público en Juradó. Y ahora, en algunos lugares, andan juntos el Eln y las Agc…”.
En ese atroz sancocho de violencias que hay en ese vasto territorio localizado en una selva indomable pueden entrar 10.000 o 20.000 soldados a controlar el narcotráfico o la guerra y no lograrán mayores resultados. Por eso, como dijeron los delegados de la Diócesis, las únicas salidas son que el Gobierno y el Eln negocien la paz; que se reviva el plan de sometimiento a la justicia del Clan del Golfo, hoy Agc, el cual, como el cese bilateral del fuego con el Eln, estuvo de un cacho al final del gobierno anterior, y que se haga un enorme plan de inversión para que los chocoanos, todavía inexplicablemente alegres, salgan de la miseria.
Lo demás es bla, bla, bla.
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