El presidente Gustavo Petro va a unir al país. O por lo menos va a intentarlo de todas las formas. Y como es tan terco, a lo mejor lo consigue. De hecho, desde la antevíspera de su elección realizó la reunión que fue preámbulo del gran acuerdo nacional. A ella asistieron expresidentes de las cortes, del Consejo de Estado, un general, empresarios, artistas, deportistas, miembros de la comunidad LGBTI, políticos, sindicalistas, exministros, exalcaldes, parlamentarios, en fin, unas 50 personas de distintos sectores que se sentaron a manteles con él, bajo la moderación del excandidato Alejandro Gaviria, quien dijo que allí se reunían visiones distintas del país, pero que las unía el espíritu del gran acuerdo nacional y la convicción de que Colombia necesita un contrato social más incluyente.
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El presidente Gustavo Petro va a unir al país. O por lo menos va a intentarlo de todas las formas. Y como es tan terco, a lo mejor lo consigue. De hecho, desde la antevíspera de su elección realizó la reunión que fue preámbulo del gran acuerdo nacional. A ella asistieron expresidentes de las cortes, del Consejo de Estado, un general, empresarios, artistas, deportistas, miembros de la comunidad LGBTI, políticos, sindicalistas, exministros, exalcaldes, parlamentarios, en fin, unas 50 personas de distintos sectores que se sentaron a manteles con él, bajo la moderación del excandidato Alejandro Gaviria, quien dijo que allí se reunían visiones distintas del país, pero que las unía el espíritu del gran acuerdo nacional y la convicción de que Colombia necesita un contrato social más incluyente.
Varios hablaron. Al final lo hizo el hoy presidente Gustavo Petro. Dijo que el gran acuerdo nacional iba a cambiar ese clima de odio sectario que, en este siglo, se ha apoderado del país; que esa labor de construcción política no hubiera sido posible si los electores no se hubieran pronunciado; que con las elecciones del domingo se legitimaría ese proceso; que ahora vendría lo más difícil porque ahí estaba representada una Colombia, la del sí, pero faltaba la otra Colombia, la del no; que sin embargo esa experiencia de encontrarse entre quienes piensan distinto demostraba que el Pacto Histórico es posible. Y agregó: “El lunes quizás tenemos que invitar a esas personas que han ejercido el liderazgo en la otra Colombia, quizás Uribe, quizás Federico, quizás Rodolfo”.
En su discurso como presidente electo insistió: “Queremos que haya una Colombia, no dos Colombias. Y para eso necesitamos una política del entendimiento, del diálogo y de comprendernos los unos a los otros (…) ¿Qué significa hacer la paz? Que los diez millones y pico de seguidores de Rodolfo Hernández son bienvenidos en este gobierno, que Rodolfo Hernández puede hablar con nosotros cuando quiera; significa que nos perdonamos, que la oposición bajo los liderazgos que quiera, sea Uribe, sea Rodolfo, sea Fico, será siempre bienvenida a la Casa de Nariño para hablar de los problemas de Colombia”.
Hoy hay quienes creen que el llamado de Petro al gran acuerdo nacional es una política de última hora. No, señores. Ese fue el leitmotiv del movimiento en que él militó en su juventud. De hecho, en julio de 1981, Jaime Bateman, fundador del M-19, le mandó al presidente Turbay una propuesta de paz en la que pedía el levantamiento del estado de sitio, la derogación del Estatuto de Seguridad, la amnistía general para los perseguidos y condenados políticos, y un diálogo nacional para el cual proponía “un encuentro entre representantes del Congreso, del Gobierno, de los partidos, de las agremiaciones sociales, religiosas, sindicales y económicas, y representantes del movimiento guerrillero, para discutir el cese al fuego y las condiciones para una paz justa y democrática”. Bateman insistió en ese diálogo hasta su muerte.
Ahora, 41 años después, uno de esos condenados políticos de entonces emprende ese gran diálogo nacional que ha naufragado tantas veces, pero ahora sí puede fructificar. Porque antes lo pedía la oposición armada y desarmada; en cambio, ahora lo convoca y lo implementará el presidente de la República, quien tendrá toda la voluntad política y todo el poder para llevarlo a buen puerto.
Que empiece ya ese encuentro de las dos Colombias.