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El 12 de septiembre las redes sociales divulgaron un video de una incursión armada ocurrida en la vereda Bocas del Manso, en Tierralta (Córdoba). Se pensaba que los protagonistas eran del Frente V de las disidencias de las FARC.
“Mientras transcurría el partido entre Colombia y Chile”, dice el periodista Javier Patiño, “miré los videos y detecté que había elementos de las prendas que llevaban los llamados disidentes que no correspondían a las que ellos utilizan, sino a las usadas por el Ejército. Las pañoletas, boinas y presillas también eran de las utilizadas por los miembros del Batallón Junín, adscrito a la Brigada XI, con sede en Montería. Aprovechando el intermedio del partido”, agrega Patiño, “hice llamadas a altos mandos de la Brigada y de la Séptima División y les dije que esas personas no me parecían guerrilleros, sino militares. Luego de insistirles, para confirmar la información, una fuente confiable me dijo: «Sí, son militares»”.
Entonces, a las 9:05 p.m., Javier publicó en Cambio un artículo titulado: “¿Disidentes de las FARC o militares disfrazados? Esto es lo que se sabe del video en Córdoba”. Unos 10 minutos más tarde, W Radio sacó la información.
Hacia las 5:00 a.m. del día siguiente, el Comando del Ejército afirmó en un comunicado que, al parecer, un grupo de militares estaría involucrado en los hechos.
Y los hechos se referían nada menos a que ocho soldados, un sargento y un cabo del Ejército, disfrazados de miembros de las disidencias de las FARC, llegaron a la vereda, amenazaron con sus armas a la población, la insultaron y hasta abusaron sexualmente de una menor indígena. Pero una mujer, con un niño en brazos, se enfrentó a los impostores mientras uno de los habitantes de Tierralta, cuyo celular no alcanzaron a arrebatarle, como lo hicieron con otros, registró lo ocurrido. Ese fue el video que se volvió viral.
Después se supo que el operativo lo comandó el teniente Felipe Alberto Niño, quien dijo que él nunca tuvo conocimiento de que sus hombres se iban a disfrazar y agregó que tenía problemas mentales, lo cual fue desmentido por el coronel José Edilberto Lesmes, comandante de la Brigada XI, quien, no obstante que estaba en vacaciones, fue retirado del Ejército, al igual que los 10 uniformados involucrados en los hechos, más otros siete oficiales, entre ellos el sargento viceprimero Flabio Yamid Aldana, quien ordenó que se disfrazaran.
Como antecedente a la salida de los militares, el 13 de septiembre a las 3 p.m., el presidente Petro trinó: “Volver al paramilitarismo y al despojo de tierras sería el peor error militar de la Fuerza Pública. Esto no puede pasar en este gobierno”. Al día siguiente dijo: “El mensaje iba a un grupo específico, a los hacendados de Córdoba. Los que dieron la orden de lo ocurrido (…) lo hicieron porque quieren que los hacendados vuelvan a ser paramilitares”.
Hicieron bien el presidente, el ministro de Defensa y las Fuerzas Armadas al sacar de manera fulminante a los militares involucrados en los hechos. Se trata de difundir el mensaje de que esos comportamientos tienen que erradicarse, porque no parecen casos aislados: por ejemplo, en Putumayo, en 2022, también se disfrazaron de guerrilleros, con la diferencia de que entonces mataron a varios ciudadanos.
Eso no puede repetirse: es demasiado grave que se diga, como informó Cambio que lo dicen en Tierralta, que “aquí no se vive en paz con los grupos ilegales, porque lo ilegal es ilegal. Pero sí se vive mejor que con el Ejército”.
www.patricialarasalive.com, @patricialarasa