Esa sensación de salto al vacío, de no saber qué va a pasar ni para dónde va este país, es la que se palpa de manera frecuente al conversar con muchas personas: ¿al fin se van a acabar las nuevas exploraciones de petróleo y gas? ¿Qué punto de vista prevalecerá: el de la ministra de Minas, que insiste en que no se autorizarán nuevas exploraciones, o el del ministro de Hacienda, que dice que esa decisión no está tomada?
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Esa sensación de salto al vacío, de no saber qué va a pasar ni para dónde va este país, es la que se palpa de manera frecuente al conversar con muchas personas: ¿al fin se van a acabar las nuevas exploraciones de petróleo y gas? ¿Qué punto de vista prevalecerá: el de la ministra de Minas, que insiste en que no se autorizarán nuevas exploraciones, o el del ministro de Hacienda, que dice que esa decisión no está tomada?
Si se impone el punto de vista de la ministra, ¿qué le pasara a la economía colombiana dentro de siete o diez años? ¿De qué vamos a vivir? ¿Con qué infraestructura contará la industria del turismo para convertirse en la principal fuente de divisas, de manera que pueda reemplazar en gran parte los ingresos por concepto de exportaciones de carbón y petróleo que ahora generan más de la mitad de los ingresos del país?
¿El metro de Bogotá va a comenzar a operar al fin, como está planeado, en 2028, o el presidente Petro seguirá empeñado en que se haga un tramo subterráneo, lo cual elevaría astronómicamente sus costos e implicaría que solo comenzaría a operar en 2035 o más tarde?
¿Qué va a pasar con la prestación del servicio de salud? ¿Estará el Estado, de un momento a otro, capacitado para manejar con eficiencia todo lo que implica el cambio que el Gobierno quiere llevar a cabo en ese campo? ¿No será que a la larga se acabará desbaratando un sistema de salud que tiene una gran cobertura, aunque funciona con deficiencias, y costará mucho trabajo montar otro y hacer que funcione, sobre todo si se tiene en cuenta que la capacidad de ejecución no es propiamente la principal característica de este Gobierno?
¿Cómo será la reforma laboral? Si obligan, de manera indiscriminada, a que todos los empresarios paguen recargos nocturnos, horas extras y demás, ¿qué les pasará, por ejemplo, a los pequeños negocios de restaurantes, bares y hoteles, que trabajan fundamentalmente en las noches y durante los fines de semana? ¿Tendrán que cerrar y dejar sin empleo a un montón de gente? ¿No será que van a enfocar la reforma laboral como no es? ¿No valdría la pena que escucharan a Germán Arce, presidente del Consejo Gremial, quien dijo en Cambiocolombia.com que “el problema del régimen laboral es la informalidad y uno no ve a los informales en la mesa de discusión”? (“Cuando se tiene entre 55 y 60 % de informalidad, seguir discutiendo los beneficios de los que están dentro del sistema no solamente es miope sino egoísta (…) El problema de la discusión laboral no es cuántos días, cuántas horas, cuántas semanas (…) El eje es que este país ha venido construyendo una inequidad enorme en el acceso al trabajo formal de los ciudadanos (…) Entre todos deberíamos ser capaces de definir cuáles son esos estímulos que vamos a generar en un sistema que ha probado ser inflexible y que, por eso, ha contribuido al nivel de informalidad que tenemos (…) En la lógica del diálogo que el Gobierno ha planteado hay que invitar a la mesa a los formales y a los informales”, afirmó Arce). ¿No vale la pena generar entonces una discusión entre los sectores formales e informales, como propone el presidente del Consejo Gremial?
¿Y esas discusiones, así como las demás sobre otros temas fundamentales, que implican análisis técnicos y matemáticos, pueden darse en la plaza pública, como parece que se propone hacer el presidente Gustavo Petro?
Son ingredientes que solo aumentan la incertidumbre…
www.patricialarasalive.com, @patricialarasa