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Sin que el senador Iván Cepeda mostrara un solo signo de debilidad, a comienzos de septiembre le hice una larga entrevista en la que repasamos su vida.
Nunca imaginé que entonces Iván estaba recibiendo un tratamiento de quimioterapia, porque un mes antes le habían dado una noticia devastadora: ese cáncer que cuatro años atrás le había aparecido en el colon y del cual lo habían operado dos veces le había reaparecido en el hígado.
Nada hacía sospechar su situación: Iván seguía con toda su fuerza, dando sus debates en el Congreso, apoyando a las víctimas del conflicto, librando su intensa batalla jurídica contra el expresidente Álvaro Uribe y participando en Defendamos la Paz, plataforma de la que él fue uno de sus fundadores, conformada por gente de distintas vertientes, unida solo por la convicción de que la paz hay que defenderla.
En esa entrevista, Iván habló de su infancia, influenciada por la lucha política de sus padres, Manuel Cepeda y Yira Castro, ambos líderes comunistas; del impacto que a los seis años le causó ver soldados irrumpiendo en su casa de Praga, donde vivía, pues los tanques rusos acababan de entrar a la ciudad, en la llamada Primavera de Praga, y se los llevaron a él y a su familia para Moscú, porque no querían que extranjeros con relaciones políticas vieran lo que estaba pasando; de su ruptura con el Partido Comunista y sus confrontaciones con su padre por ese motivo; de su vida como profesor de Antropología Filosófica; del asesinato de su padre y su lucha por descubrir a los asesinos; de la petición de perdón que por su muerte hizo el Estado colombiano; de los procesos de paz con las Farc y el Eln; del fallido sometimiento del Clan del Golfo; de las amenazas y de la muerte…
Recuerdo que ese día le pregunté: “Iván, cuando te diagnosticaron el cáncer, ¿qué sentiste al pensar que podías morir?”.
“Miedo y tristeza”, repuso, “pero simultáneamente experimenté una visión de la vida que sin el cáncer no hubiera podido conocer. En estos días escuché al expresidente Pepe Mujica diciendo que en la vida a veces lo bueno es malo y lo malo es bueno. Se refería a que solamente cierto tipo de experiencias que nos ponen al límite nos revelan facetas de la existencia que no puedes conocer de otra manera”.
“¿Qué te reveló el cáncer?”.
“Primero, la banalidad y la trivialidad de muchas de las cosas que había vivido y pensado. Y segundo, la importancia y la esencialidad de otras, de la forma de ver la vida. Como decía Séneca, no es que la vida sea corta, sino que tal vez no la vivimos de la manera más intensa y productiva. Cada momento de la vida tiene un valor extraordinario. Hay que aprovechar la vida de la mejor forma”, repuso.
Tras dos operaciones de cáncer de colon con muy poco tiempo de diferencia, en plena campaña electoral, con la ayuda de mucha gente, en especial de su esposa y de su hermana, Iván se las ingenió para hacer una ficción de campaña y salió electo al Senado.
Hoy se repite la historia: luego de una quimioterapia muy exitosa que le redujo el tumor, Iván Cepeda acaba de ser operado otra vez y está libre de cáncer. Ahora, con seguridad, también en plena campaña electoral para el Senado, terminará de mejorarse y volverá a asumir su curul este senador incansable y valiente, indispensable para nuestra democracia.
Porque Iván es como su madre: perseverante y lleno de fuerza de voluntad.
#FuerzaIván