Ojalá esta vez sí pase la reforma política a ver si se purifica la política, aunque sea un poco. A ver si al instaurarse la financiación exclusivamente estatal de las campañas, como lo propuso Luis Carlos Galán, los aspirantes al Congreso ya no tengan que gastar miles de millones para hacerse a una curul y, por lo tanto, como sucede con varios parlamentarios, no los embargue la tentación de buscar como sea recursos para pagar sus campañas, sin importarles si el origen de esos fondos no es tan santo, si provienen del dinero que les exigen como cuota a los empleados de sus Unidades de Trabajo Legislativo (UTL), o si se los dan los contratistas como pago por ayudarles a conseguir determinados contratos, para no hablar de los aportes que les hacen los narcotraficantes y otros propietarios de negocios ilícitos con el fin de garantizar que, como congresistas, se los protejan.
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Ojalá esta vez sí pase la reforma política a ver si se purifica la política, aunque sea un poco. A ver si al instaurarse la financiación exclusivamente estatal de las campañas, como lo propuso Luis Carlos Galán, los aspirantes al Congreso ya no tengan que gastar miles de millones para hacerse a una curul y, por lo tanto, como sucede con varios parlamentarios, no los embargue la tentación de buscar como sea recursos para pagar sus campañas, sin importarles si el origen de esos fondos no es tan santo, si provienen del dinero que les exigen como cuota a los empleados de sus Unidades de Trabajo Legislativo (UTL), o si se los dan los contratistas como pago por ayudarles a conseguir determinados contratos, para no hablar de los aportes que les hacen los narcotraficantes y otros propietarios de negocios ilícitos con el fin de garantizar que, como congresistas, se los protejan.
Y, también, ojalá esta vez sí pase la reforma política a ver si se feminiza un poco la política, ese territorio donde los machos reinan prácticamente a sus anchas, sin que las mujeres tengan mayor participación; donde tantos hacen o mandan a hacer la guerra sin que, aparentemente, les importen mayor cosa las consecuencias de sus actos. A ver si, al establecerse la paridad de género en las listas, las mujeres adquieren mucha más influencia en las decisiones que se toman en el país.
Pero no es fácil que la reforma pase. Ya en el primer período del Congreso de la era Petro, ese que presidió el hábil senador Roy Barreras, la reforma política fue hundida por el propio gobierno (¿recuerdan cuando Roy la rompió en pleno Parlamento?) porque los congresistas la fueron mutilando hasta que quedó reducida a su más mínima expresión, ya que le eliminaron dos temas fundamentales: las listas cerradas y paritarias entre hombres y mujeres y la financiación de las campañas electorales por parte del Estado. Entonces, el mismo presidente Petro dijo: “Sin listas cerradas y cremalleras, es decir, que permitan igualdad de curules para hombres y mujeres, y sin financiación estatal de las campañas, la reforma no aporta a un avance en la calidad de la política”.
Otro tema clave del proyecto es la propuesta de modificación del sistema de elección de los magistrados del Consejo Nacional Electoral (CNE). El proyecto establece que, en lugar de que la escogencia se haga mediante acuerdos partidistas, como sucede hoy, a los magistrados los seleccionen la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, luego de que pasen por convocatorias públicas y concursos de méritos.
Si el hábil ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, logra pasar esa reforma política, no solo le habrá hecho un gran bien al país sino a sí mismo: con el haber, en su bolsillo, de la reforma política y del acuerdo nacional que está adelantando con nadadito de perro, Cristo puede ubicarse en el partidor del 2026. Y si a ello le suma un impulso grande a la implementación del acuerdo de paz con las FARC, sus posibilidades mejoran. Lo que pasa es que le queda muy poco tiempo para lograr esos milagros porque, si no quiere inhabilitarse, tendría que retirarse en marzo.
Buena suerte en sus tres buenos propósitos, ministro.
Qué alegría escuchar a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, decir: “¡En 503 años de historia (desde la Conquista española), por primera vez llegamos las mujeres a la presidencia! Y digo llegamos, porque no llego sola, llegamos todas”.