Si la paz con las Farc “resistió las mentiras y entrampamientos de Néstor Humberto y la DEA, aparentemente resiste todo (...) Hay que llegar al fondo de este sórdido asunto”, dijo el expresidente Juan Manuel Santos sobre quien fuera el fiscal general ternado por él, Néstor Humberto Martínez. (¡Aunque bien valdría la pena averiguar si el jefe de NHM era entonces el expresidente Álvaro Uribe, obsesionado con acabar el proceso de paz, a lo cual él se dedicó a ayudarle!).
Es muy grave que Santos diga que el fiscal general de entonces mintió, mejor dicho, que es un mentiroso; que entrampó la paz e hizo lo posible por tirarse el proceso, a tal punto que le puso cáscaras de plátano a Santrich para que se resbalara en el narcotráfico, o permitió que la DEA se las pusiera; y que “hay que llegar al fondo de este sórdido asunto”, es decir, que no descansará hasta que se descubra cuál es la verdad de semejantes marrullas antipaz hechas por el binomio NHM-DEA, porque, como me dijo una fuente muy conocedora, “la DEA no se mete en una operación de esas sin tener una solicitud de asistencia judicial”. En otras palabras, no puede ser cierto que NHM no supiera lo que estaba ocurriendo, como le dijo a María Jimena Duzán en una entrevista, a quien además maltrató de manera inaceptable, y como lo había afirmado en otra entrevista con Yolanda Ruiz, realizada en mayo del 2019. Así que el exfiscal no ha hecho más que contradecirse y enredarlo todo.
Pero sí hay una cosa que no pudo enredar ni negarle a María Jimena: que él le ocultó al presidente Santos lo que estaba pasando, o sea que lo traicionó de manera imperdonable. ¿Y cuál era el propósito? No podía ser otro que darle jaque mate a su legado: el proceso de paz.
Por eso Santos, aunque no es un hombre de grandes pasiones y, como dice su señora Tutina, no le corre sangre sino agua aromática por las venas, tiene que estar muy dolido con NHM. Porque es inaudito que desde el 1° de noviembre del 2017, cuando se produjo “la famosa transacción de los cinco kilos de coca”, como el exfiscal lo afirmó, él le hubiera ocultado el hecho al presidente, y que incluso hubiera guardado silencio sobre ese punto el 8 de abril de 2018, cuando estuvo en la casa privada hasta cerca de las diez de la noche hablando con Santos sobre otros temas, para llamarlo a las seis de la mañana del día siguiente y decirle que tenía algo muy urgente que contarle.
“Ahora estoy haciendo ejercicio. ¿Tiene que ser ya?”, le preguntó el presidente.
“Sí, es muy urgente”, le respondió NHM, quien en minutos llegó a la Casa de Nariño con el cuento de que estaba en proceso una operación para capturar a Santrich con fines de extradición. Y cuando Santos le reclamó por qué no le había contado la noche anterior, NHM salió con disculpas, al igual que lo hizo el embajador estadounidense de la época, Kevin Whitaker.
Además, con el caso Santrich NHM se voló los procedimientos regulares: normalmente, las solicitudes de extradición se tramitan vía Cancillería y esta le informa al presidente; sin embargo, en este caso, los estadounidenses le pasaron la circular roja a la Fiscalía para que detuviera a Santrich, a espaldas de la canciller y del presidente.
Definitivamente, además de las otras zancadillas de NHM al proceso de paz, que darían para otra columna, algo muy sórdido se tejió tras este episodio. Ya será el gobierno Biden el que ayude a descubrirlo...
Si la paz con las Farc “resistió las mentiras y entrampamientos de Néstor Humberto y la DEA, aparentemente resiste todo (...) Hay que llegar al fondo de este sórdido asunto”, dijo el expresidente Juan Manuel Santos sobre quien fuera el fiscal general ternado por él, Néstor Humberto Martínez. (¡Aunque bien valdría la pena averiguar si el jefe de NHM era entonces el expresidente Álvaro Uribe, obsesionado con acabar el proceso de paz, a lo cual él se dedicó a ayudarle!).
Es muy grave que Santos diga que el fiscal general de entonces mintió, mejor dicho, que es un mentiroso; que entrampó la paz e hizo lo posible por tirarse el proceso, a tal punto que le puso cáscaras de plátano a Santrich para que se resbalara en el narcotráfico, o permitió que la DEA se las pusiera; y que “hay que llegar al fondo de este sórdido asunto”, es decir, que no descansará hasta que se descubra cuál es la verdad de semejantes marrullas antipaz hechas por el binomio NHM-DEA, porque, como me dijo una fuente muy conocedora, “la DEA no se mete en una operación de esas sin tener una solicitud de asistencia judicial”. En otras palabras, no puede ser cierto que NHM no supiera lo que estaba ocurriendo, como le dijo a María Jimena Duzán en una entrevista, a quien además maltrató de manera inaceptable, y como lo había afirmado en otra entrevista con Yolanda Ruiz, realizada en mayo del 2019. Así que el exfiscal no ha hecho más que contradecirse y enredarlo todo.
Pero sí hay una cosa que no pudo enredar ni negarle a María Jimena: que él le ocultó al presidente Santos lo que estaba pasando, o sea que lo traicionó de manera imperdonable. ¿Y cuál era el propósito? No podía ser otro que darle jaque mate a su legado: el proceso de paz.
Por eso Santos, aunque no es un hombre de grandes pasiones y, como dice su señora Tutina, no le corre sangre sino agua aromática por las venas, tiene que estar muy dolido con NHM. Porque es inaudito que desde el 1° de noviembre del 2017, cuando se produjo “la famosa transacción de los cinco kilos de coca”, como el exfiscal lo afirmó, él le hubiera ocultado el hecho al presidente, y que incluso hubiera guardado silencio sobre ese punto el 8 de abril de 2018, cuando estuvo en la casa privada hasta cerca de las diez de la noche hablando con Santos sobre otros temas, para llamarlo a las seis de la mañana del día siguiente y decirle que tenía algo muy urgente que contarle.
“Ahora estoy haciendo ejercicio. ¿Tiene que ser ya?”, le preguntó el presidente.
“Sí, es muy urgente”, le respondió NHM, quien en minutos llegó a la Casa de Nariño con el cuento de que estaba en proceso una operación para capturar a Santrich con fines de extradición. Y cuando Santos le reclamó por qué no le había contado la noche anterior, NHM salió con disculpas, al igual que lo hizo el embajador estadounidense de la época, Kevin Whitaker.
Además, con el caso Santrich NHM se voló los procedimientos regulares: normalmente, las solicitudes de extradición se tramitan vía Cancillería y esta le informa al presidente; sin embargo, en este caso, los estadounidenses le pasaron la circular roja a la Fiscalía para que detuviera a Santrich, a espaldas de la canciller y del presidente.
Definitivamente, además de las otras zancadillas de NHM al proceso de paz, que darían para otra columna, algo muy sórdido se tejió tras este episodio. Ya será el gobierno Biden el que ayude a descubrirlo...