Ojo, presidente, los colombianos hablaron
Ahora cuando atraviesa una crisis tan aguda el proceso de paz con el ELN y no se entiende por qué Gustavo Petro no ha aplicado ese principio tan eficaz de Santos -negociar la paz como si no hubiera guerra y hacer la guerra como si no hubiera negociaciones de paz-, vale la pena analizar los resultados de la encuesta del Centro Nacional de Consultoría publicada por Cambio.
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Ahora cuando atraviesa una crisis tan aguda el proceso de paz con el ELN y no se entiende por qué Gustavo Petro no ha aplicado ese principio tan eficaz de Santos -negociar la paz como si no hubiera guerra y hacer la guerra como si no hubiera negociaciones de paz-, vale la pena analizar los resultados de la encuesta del Centro Nacional de Consultoría publicada por Cambio.
Además del tema de los punteros para las elecciones de 2026 (ahora va ganando el centro, encabezado por Juan Manuel Galán, pero dada la demostrada incapacidad de ese sector de unirse y hacer alianzas, hoy lo más probable es que el nuevo presidente sea Germán Vargas Lleras, quien puntea en la derecha), se auscultó, entre los tres grupos -centro, izquierda y derecha-, un tema fundamental: ¿cuáles son para usted los dos principales problemas del país? La sorpresa es que para el centro, la izquierda y la derecha, los principales problemas de Colombia son los mismos: inseguridad y corrupción, con diferentes énfasis.
Así las cosas, afirma Cambio, las personas que dicen estar dispuestas a votar por “el que diga Petro” dicen que, para ellos, el principal problema es el binomio Inseguridad/delincuencia común (22,9 %), y el segundo es la corrupción (22,5 %). Y quienes están dispuestas a votar por el que diga Uribe contestan que su “primera prioridad, de lejos, es la seguridad con 31,6 %” seguida por “la corrupción con 13,9 %”.
Es decir que, tanto la izquierda como la derecha, con diferencia de énfasis, están de acuerdo en que la inseguridad es el principal problema del país. Y esa no es una buena noticia para Petro pues, para él, la seguridad y, especialmente, la conducción de las Fuerzas Armadas y su cercanía con ellas, nunca han parecido ser prioridad. Por el contrario, el presidente les ha hecho desplantes, las ha dejado metidas y les ha llegado tarde a los eventos. Y si la moral de las Fuerzas Armadas y su motivación no están en alto, y si su conducción no tiene lineamientos claros, es muy difícil que pueda haber resultados en materia de seguridad, sobre todo cuando se les presentan tentaciones tan grandes, ya que en los territorios se enfrentan a la disyuntiva de que o se corrompen y se enriquecen, o los matan.
El segundo tema que preocupa al país es la corrupción, la cual, para los indecisos o independientes, ocupa el primer lugar, con un 23,2 %, mientras que la inseguridad, para ellos, está en segundo término, con un 20,9 %.
Y en corrupción también le ha ido mal a Petro: a pesar de que el presidente (en cuya honestidad personal sigo creyendo) se ha desligado de los personajes involucrados en los escándalos, los chanchullos protagonizados por militantes del petrismo en la UNGRD y la corrupción que salpicó a su hijo, Nicolás Petro, han dejado en un sector de la opinión la imagen de que este es un gobierno corrupto. Y ese problema, que para el petrismo es casi tan grave como la inseguridad, si el presidente no lo soluciona de tajo, le puede erosionar sus bases.
De modo que Petro, si quiere que su proyecto prevalezca, tiene que cambiar de chip, guiar a sus Fuerzas Armadas, quererlas y dar unos golpes tan contundentes como los que dio Santos mientras negociaba la paz con las FARC, para lo cual contó con una inteligencia y una contrainteligencia muy capacitadas, cuyo fortalecimiento, para él, fue prioridad.
Y también tiene que erradicar la corrupción. De lo contrario, la derecha lo sucederá en el poder.