“Aquí no hay racismo”, dijo un conocido político, miembro de una de las familias de mayor abolengo del país, exministro y varias veces embajador en Europa, quien asistía a un pequeño homenaje para Luis Gilberto Murillo, que por esos días iba a ser nombrado embajador de Colombia en Washington.
Varios de los asistentes lo refutamos.
Recuerdo ese episodio ahora, cuando el racismo —cuya existencia niega el distinguido exfuncionario, como lo hacen tantos compatriotas— explotó en Colombia de manera innegable a raíz del ataque que acaba de sufrir la vicepresidenta Francia Márquez, quien fue insultada e injuriada de la manera más soez por...
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