La Universidad del Rosario y la firma Cifras y Conceptos realizan periódicamente un estudio del clima de opinión entre los jóvenes del país en materia de posición ideológica. Hay que recordar que este segmento de la población, muchas veces renuente a participar en las elecciones, fue activo y definitivo para llevar al petrismo al poder. Pues bien, los resultados del séptimo estudio de percepción de jóvenes indican que este segmento poblacional va dejando su pensamiento de izquierda y se desplaza lentamente hacia la derecha. Entre los 18 y 32 años en 11 ciudades del país, desde 2021 hasta hoy, quienes dicen ser de izquierda pasaron del 28 % al 18 %. Los que se identificaron de derecha pasaron del 7 % al 23 % en el mismo lapso. Las juventudes colombianas se sienten peor que hace cuatro años, pues consideran que la inseguridad y la mala situación laboral las aquejan en forma grave. En cinco meses durante las regionales y en 2026 durante las presidenciales este conjunto de colombianos será más activo y robusto en materia electoral.
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La Universidad del Rosario y la firma Cifras y Conceptos realizan periódicamente un estudio del clima de opinión entre los jóvenes del país en materia de posición ideológica. Hay que recordar que este segmento de la población, muchas veces renuente a participar en las elecciones, fue activo y definitivo para llevar al petrismo al poder. Pues bien, los resultados del séptimo estudio de percepción de jóvenes indican que este segmento poblacional va dejando su pensamiento de izquierda y se desplaza lentamente hacia la derecha. Entre los 18 y 32 años en 11 ciudades del país, desde 2021 hasta hoy, quienes dicen ser de izquierda pasaron del 28 % al 18 %. Los que se identificaron de derecha pasaron del 7 % al 23 % en el mismo lapso. Las juventudes colombianas se sienten peor que hace cuatro años, pues consideran que la inseguridad y la mala situación laboral las aquejan en forma grave. En cinco meses durante las regionales y en 2026 durante las presidenciales este conjunto de colombianos será más activo y robusto en materia electoral.
En otra encuesta reciente se les preguntó a los colombianos si querían que en el país fueran implementadas iniciativas en materia de seguridad similares a las adoptadas por Nayib Bukele, joven autócrata y presidente salvadoreño. Mayoritariamente las percibieron como necesarias y el 70 % de los encuestados en Bogotá las juzga positivas. Bukele goza del 90 % de popularidad en El Salvador y recibió un 91 % de aprobación en comparación con los mandatarios de la región. Alcanza estos guarismos tras permitir el ingreso del ejército al recinto del Congreso, cometer abusos de los derechos humanos y entrometerse con el manejo judicial, todo bajo la sombrilla de acabar con las pandillas. Gustavo Petro obtiene el 36 % en la misma medida.
Esta noticia alegra a los neobukelistas y derechistas criollos. En las redes se les nota su fruición al expresarse. Son tan alegóricos que quieren que el sparring de Gustavo Petro sea su “instrumento de Dios” (así se define Bukele) en la refriega política colombiana. Una sociedad que admira a un autócrata personalista al estilo de Trump y Bolsonaro refleja el desespero de unos desencantados sectores con las improvisadas decisiones del actual Gobierno. A veces se nota mucho el deseo de algunos de devolvernos a los años 80 y 90, cuando primaba la ansiedad por saltar al vacío en materia de liderazgos. El definido por los especialistas de la época como “Estado fallido” retrotraído como escenario no es deseable para Colombia. Algunos dirán que el responsable de la percepción es el propio presidente Petro y no les falta razón. Pero ser caja de resonancia aumenta la peligrosa sensación de incertidumbre. Se olvidan de que uno de los logros más valiosos de nuestra reciente era republicana es, precisamente, que Gustavo Petro haya dejado los fierros, ganara las elecciones con votos y dejara la lucha armada para que expusiera sus ideas en televisión o por Twitter. Allá él si con sus incomprensibles decisiones se lleva de calle los anhelos de la izquierda colombiana.
Querer devolvernos a esa aciaga historia no es conveniente. Ojalá cuando lean lo que hace Bukele y lo que reflejan los resultados de la medición juvenil nos ayuden a reflexionar para no volver a esos infaustos días cuando el país no tenía rumbo. Si bien Álvaro Uribe y su doctrina de la Seguridad Democrática aún cala entre los colombianos, sería irreal que volviéramos también a buscar una solución similar. Estéril sería seguir añorando y reencauchando como solución categórica a Uribe, Pastrana o Vargas Lleras. Si son de verdad visionarios, bien valdría evitar devolvernos a esos años. Mejor sería proyectar al país con nuevos liderazgos y nueva agenda de temas para salir de este gobierno, pero con una democracia más fuerte, menos populista y polarizadora.