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No es el primero, es quién puede

Pedro Viveros
13 de septiembre de 2024 - 05:00 a. m.

No es el momento de estar pensando que el ganador de la próxima elección colombiana es quien o quienes por estos días aparecen punteando las encuestas de “carrera de caballos”. Es un error evaluar bajo la óptica de lo puramente numérico un ganador a menos de dos años de las elecciones. Un país que tiene todos los problemas acumulados, más los inéditos que el actual Gobierno no acaba de editar, la visión se dificulta al momento de vaticinar un ganador. La cosa del 2026 no es de estadísticas, ni de nombres, es de arquetipo de líder.

Desde 1998 los partidos tradicionales dejaron de tener real vocación de poder presidencial. Ambos grupos se vinieron a pique en respaldo ciudadano. Los conservadores consolidaron su propia caída con Andrés Pastrana y el inminente descalabro, cocinado desde el movimiento suprapartidista que llevó al poder al expresidente Belisario Betancur en 1982, se cristalizó con la elección de “El Cambio es Andrés”. El liberalismo comenzó el declive desde 1994 con la llegada al poder de Ernesto Samper. El escándalo de la financiación de esa campaña desató el relato contra la mayoría roja que había en el país. El antiliberalismo ganó terreno y cuajó, a tal punto que Andrés Pastrana ganó la presidencia con una disidencia de “liberales con Andrés”.

Desde 1998 los liberales, a pesar de haber obtenido una abrumadora votación con Horacio Serpa y de ser mayoría en el parlamento, el “tapón” que solidificaba esa colectividad explotó, permitiendo el drenaje de muchos liberales hacia toldas de diferentes tendencias. En 2002 se fueron con Álvaro Uribe. Durante esos dos gobiernos surgieron, con la vital ayuda de exliberales, partidos como Cambio Radical, repotenciado y el Partido de la U. Pero la ruptura del liberalismo desde 1998 también benefició a la izquierda. No de otra forma se explican los aumentos en los guarismos electorales de ese sector desde esa época. Por algo el expresidente liberal, Carlos Lleras Restrepo, decía que esa colectividad era una “coalición de matrices de izquierda”. No lo decía porque fuera mayoritariamente de ese pensamiento político, pero siempre sirvió de su refugio. El “apagón liberal” en materia política, sirvió a la derecha y a la izquierda para hoy, sin partidos hegemónicos, ser las opciones reales de poder, todo soportado en el deterioro del Partido Liberal Colombiano.

Veintiséis años después y en ese escenario que podíamos denominar el “desmembramiento de la hegemonía liberal” socavar entre las cifras de las mediciones para atinar, hace poco probable acertar; adicionando a esto que luego de revisar el tarjetón electoral de la última elección presidencial, donde las opciones se redujeron a dos populistas: uno de izquierda y del difunto Rodolfo Hernández, que era tan improvisado y entreverado, que impedía descubrir hacia dónde iba esa opción.

Es el momento de mantener cabeza fría para examinar quién, entre tanto candidato de ocasión, tiene la posibilidad de conducir el país que va a dejar la administración Petro. En 1998 optó la mayoría por la némesis del samperismo y votaron por Pastrana, no importó si podía resolver el llamado “Estado inviable”. En 2002 optaron por la opción ruda contra el horror de las FARC. En 2010 Colombia eligió “el que dijo Uribe” y después del primer mandato, “el que dijo la izquierda”, Juan Manuel Santos le entregó de nuevo el país al “que dijo Uribe”. Iván Duque recibió la profundización de los sectores alternativos con esencia social, que aprovecharon políticamente la pandemia y, coincidencia, la carga impositiva en materia de combustibles y fiscal, permitieron la llegada de Gustavo Petro al poder.

En el 2026, Colombia tendrá condensados elevados índices de inseguridad, debilitamiento económico, exceso de politización del aparato estatal, ideologización inconmensurable y la salida del poder de un opositor consuetudinario. Todo indica que estos meses que se vienen invitan a dejar de leer encuestas y prefigurar cuál es el ciudadano que podrá presidir el país que recibirá el 2026.

@pedroviverost

 

Jorge(43558)14 de septiembre de 2024 - 12:03 p. m.
Juan Carlos Echeverría, verdad?; el torombolo o Forrest gump de la política colombiana
Lares(24179)13 de septiembre de 2024 - 08:42 p. m.
Juan Carlos Echeverry. Un hombre capaz en todos los campos, con amplio reconocimiento internacional, alegre, con carisma, convencido de que hay que cambiar el modelo porque no es posible que en un país tan rico en recursos naturales, la gente se muera de hambre.
Usuario(51538)13 de septiembre de 2024 - 07:09 p. m.
Por la entrevista que leí ayer, teniendo como protagonista a de la Calle, mi primera opción es ese señor, un tipo mesurado, sin tanto odio en la sangre, conocedor de la cosa política y el único con visos de Estadista.
SÓTERO(26571)13 de septiembre de 2024 - 06:14 p. m.
El hombre es Humberto de la Calle.
Mario(16018)13 de septiembre de 2024 - 04:08 p. m.
En todo caso, el que reciba el país en el 26, le tocará empezar de cero., pues el desastre que dejará Petro es inconmensurable.
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