El sino de este país pareciera ser el del eterno retorno: la repetición desesperanzadora de lo mismo, con ligeras variaciones. Quien mejor lo supo mostrar fue García Márquez en Cien años de soledad, que puso a decir a Úrsula Iguarán, la única presencia constante a través de varias generaciones: “Ya esto me lo sé de memoria. Es como si el tiempo diera vueltas en redondo”. Todo nos habla de la incapacidad de siglos de las élites de torcer el rumbo de los hechos: las guerras civiles, que se han sucedido unas a otras; las masacres, que no han cesado nunca; los magnicidios; las tragedias en todos los inviernos, como si no...
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