Los uribistas quedaron felices con la nueva cúpula de la fuerza pública. Eso era lo que estaban pidiendo desde el 7 de agosto cuando, en la posesión del “subpresidente” Duque, el locuaz Ernesto Macías, delante de la comunidad internacional que asistía a tan solemne acto, exigió remover a quienes estaban al mando del Ejército y la Policía. No fue el único, pues también la caricaturesca María Fernanda Cabal se vino lanza en ristre contra militares y policías, a quienes fustigó como cobardes y de ser aliados de las Farc.
No hay una sola voz en el Centro Democrático que cuestione la nueva nómina de generales, escogidos en función del aplauso y aprobación de Uribe. A nadie le ha importado si el comandante del Ejército está o no salpicado por los “falsos positivos”, o si pesan sombras sobre el director de la Policía. Eso no importa en un partido donde están acostumbrados a esos “accidentes”, pues lo que trasciende es que ahora el dueño de la seguridad en todo el territorio nacional ya sabemos quién es. Sí, el todopoderoso Álvaro Uribe, a quien antes le habían entregado la Dirección Nacional de Inteligencia en la persona del vicealmirante Amaya, y ahora le pusieron a su disposición toda la estructura de seguridad y defensa.
El primer objetivo de una cúpula militar que cuenta con el visto bueno de las barras bravas del uribismo no será defender el proceso de paz con las Farc, sino aniquilarlo. Llegó la hora de hacer trizas los acuerdos de La Habana y de inventarse otra guerra. Es la estrategia visceral del Centro Democrático. Por eso el representante a la Cámara Álvaro Hernán Prada, estafeta de su jefe, a última hora pretendió meter en un proyecto de ley una norma que facultaba al presidente a revivir órdenes de captura contra los insurgentes.
Y como para que no haya dudas, esta nueva cúpula más temprano que tarde terminará siendo protagonista de escaramuzas de la confrontación militar con Venezuela. ¡Qué paradoja! Duque despotrica del dictador Maduro, pero cada vez más se le parece. Ambos están en la lona de las encuestas y nada los beneficaría más que alborotar el falso nacionalismo ante la amenaza de una guerra artificial con la que los dos gobernantes saben que sus compatriotas se asustarían. Solamente empanicando a todo el mundo Duque y Maduro podrían recuperar en algo la aceptación de sus conciudadanos henchidos de patrioterismo.
El Gobierno no disimula su intención de que la confrontación con Maduro escale a niveles nunca vistos, por eso el imprudente Pachito Santos arrancó su embajada en Washington en esa dirección y también por eso hoy la instrucción oficial es la de romper hasta la comunicación telefónica entre los altos funcionarios de ambas naciones. ¿Qué clase de canciller es aquel que cree que la diplomacia consiste en no hablarse con su contraparte? Esa táctica de la conspiración del silencio solamente se le puede ocurrir a quien, como Carlos Holmes Trujillo, está también matriculado en un libreto peligroso que fortalece el enfrentamiento entre los dos países.
Ahora se ve menos oscuro el panorama de este desastroso cuatrienio de Duque, aunque no propiamente tranquilizador. Uribe se hizo cargo del gobierno y Duque manda menos. Es el reencauchado expresidente quien lleva la voz cantante en los proyectos de ley en el Congreso, boicotea las conversaciones con el Eln, influye en decisiones importantes de varios ministros y en muchísimos nombramientos, y, lo que faltaba, quien ha retomado el control absoluto de la seguridad, la inteligencia y la defensa nacionales, así no todos hayamos olvidado lo que pasó en los tiempos de su tenebrosa seguridad democrática.
Adenda No 1. Impresionante la imagen del exdirector de la ANI Luis Fernando Andrade ingresando a un juzgado escoltado por guardias extranjeros y arropado por un chaleco antibalas. No hay duda de que corre peligro. Pero es más indignante que el juez que conoce del proceso donde se juzgan actos de corrupción del entramado de Odebrecht haya denunciado que es objeto de amenazas y seguimientos, y ni la Fiscalía, por razones obvias, ni ninguna autoridad hayan reaccionado ante tan grave suceso.
Adenda No 2. ¿Corte Suprema sesionando en clubes sociales, además para elegir un fiscal ad hoc hecho a la medida de Néstor Humberto? ¡Vaya, vaya!
Los uribistas quedaron felices con la nueva cúpula de la fuerza pública. Eso era lo que estaban pidiendo desde el 7 de agosto cuando, en la posesión del “subpresidente” Duque, el locuaz Ernesto Macías, delante de la comunidad internacional que asistía a tan solemne acto, exigió remover a quienes estaban al mando del Ejército y la Policía. No fue el único, pues también la caricaturesca María Fernanda Cabal se vino lanza en ristre contra militares y policías, a quienes fustigó como cobardes y de ser aliados de las Farc.
No hay una sola voz en el Centro Democrático que cuestione la nueva nómina de generales, escogidos en función del aplauso y aprobación de Uribe. A nadie le ha importado si el comandante del Ejército está o no salpicado por los “falsos positivos”, o si pesan sombras sobre el director de la Policía. Eso no importa en un partido donde están acostumbrados a esos “accidentes”, pues lo que trasciende es que ahora el dueño de la seguridad en todo el territorio nacional ya sabemos quién es. Sí, el todopoderoso Álvaro Uribe, a quien antes le habían entregado la Dirección Nacional de Inteligencia en la persona del vicealmirante Amaya, y ahora le pusieron a su disposición toda la estructura de seguridad y defensa.
El primer objetivo de una cúpula militar que cuenta con el visto bueno de las barras bravas del uribismo no será defender el proceso de paz con las Farc, sino aniquilarlo. Llegó la hora de hacer trizas los acuerdos de La Habana y de inventarse otra guerra. Es la estrategia visceral del Centro Democrático. Por eso el representante a la Cámara Álvaro Hernán Prada, estafeta de su jefe, a última hora pretendió meter en un proyecto de ley una norma que facultaba al presidente a revivir órdenes de captura contra los insurgentes.
Y como para que no haya dudas, esta nueva cúpula más temprano que tarde terminará siendo protagonista de escaramuzas de la confrontación militar con Venezuela. ¡Qué paradoja! Duque despotrica del dictador Maduro, pero cada vez más se le parece. Ambos están en la lona de las encuestas y nada los beneficaría más que alborotar el falso nacionalismo ante la amenaza de una guerra artificial con la que los dos gobernantes saben que sus compatriotas se asustarían. Solamente empanicando a todo el mundo Duque y Maduro podrían recuperar en algo la aceptación de sus conciudadanos henchidos de patrioterismo.
El Gobierno no disimula su intención de que la confrontación con Maduro escale a niveles nunca vistos, por eso el imprudente Pachito Santos arrancó su embajada en Washington en esa dirección y también por eso hoy la instrucción oficial es la de romper hasta la comunicación telefónica entre los altos funcionarios de ambas naciones. ¿Qué clase de canciller es aquel que cree que la diplomacia consiste en no hablarse con su contraparte? Esa táctica de la conspiración del silencio solamente se le puede ocurrir a quien, como Carlos Holmes Trujillo, está también matriculado en un libreto peligroso que fortalece el enfrentamiento entre los dos países.
Ahora se ve menos oscuro el panorama de este desastroso cuatrienio de Duque, aunque no propiamente tranquilizador. Uribe se hizo cargo del gobierno y Duque manda menos. Es el reencauchado expresidente quien lleva la voz cantante en los proyectos de ley en el Congreso, boicotea las conversaciones con el Eln, influye en decisiones importantes de varios ministros y en muchísimos nombramientos, y, lo que faltaba, quien ha retomado el control absoluto de la seguridad, la inteligencia y la defensa nacionales, así no todos hayamos olvidado lo que pasó en los tiempos de su tenebrosa seguridad democrática.
Adenda No 1. Impresionante la imagen del exdirector de la ANI Luis Fernando Andrade ingresando a un juzgado escoltado por guardias extranjeros y arropado por un chaleco antibalas. No hay duda de que corre peligro. Pero es más indignante que el juez que conoce del proceso donde se juzgan actos de corrupción del entramado de Odebrecht haya denunciado que es objeto de amenazas y seguimientos, y ni la Fiscalía, por razones obvias, ni ninguna autoridad hayan reaccionado ante tan grave suceso.
Adenda No 2. ¿Corte Suprema sesionando en clubes sociales, además para elegir un fiscal ad hoc hecho a la medida de Néstor Humberto? ¡Vaya, vaya!