La caída del proyecto de la ley de financiamiento nos salvó de la catástrofe a la que se nos quería seguir sometiendo, como si no fuera ya bastante con la multitud de impuestos que hemos tenido que pagar profesionales independientes por cuenta de la pasada reforma tributaria que nos arruinó. No todos hemos corrido con la suerte de Petro, a quien la Registraduría ha ordenado restituirle a título de reposición de gastos de campaña 2022–2026 la no despreciable suma de 50.021′116.572,00 COP.
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La caída del proyecto de la ley de financiamiento nos salvó de la catástrofe a la que se nos quería seguir sometiendo, como si no fuera ya bastante con la multitud de impuestos que hemos tenido que pagar profesionales independientes por cuenta de la pasada reforma tributaria que nos arruinó. No todos hemos corrido con la suerte de Petro, a quien la Registraduría ha ordenado restituirle a título de reposición de gastos de campaña 2022–2026 la no despreciable suma de 50.021′116.572,00 COP.
Petro y su combo de furiosos e intolerantes, conformado por varios ministros, directores de departamentos administrativos, congresistas de la coalición del gobierno y otros de la misma catadura, insultan al Congreso que no les aprobó el esperpento porque para ellos solo sirve cuando aprueban sus iniciativas. Difícil descifrar esa forma de gobierno que encuentra legítima la descalificación contra una rama del poder público que, en ejercicio de sus funciones, discrepa y opina diferente al ejecutivo.
Petro no disimula su talante atarván, pero alguien debería hacerle el favor de advertirle que con su estilo está generando caos y violencia. Su mensaje es claro: los únicos que están pensando en las clases populares son los petristas, el resto son una caterva de ricos explotadores que merecen la hoguera. Ante la derrota, Petro y sus secuaces van creciendo en amenazas de que se proponen decretar la emergencia económica para expedir decretos legislativos que reproduzcan la desastrosa ley de financiamiento con la que propician la fuga de capitales y la desinversión.
Estas confrontaciones propiciadas por el propio presidente y su equipo íntimo hacen parte de un cuidadoso y malvado libreto de desgobierno generalizado, con el que mantienen cautivados y engañados a sus seguidores e intimidados al resto de compatriotas. Sosteniendo las tensiones y multiplicando el lenguaje del odio contra los “riquitos”, la coalición del Pacto Histórico encontrará abonado el terreno para lanzar en la próxima campaña electoral a uno de los suyos como sucesor de Petro, usando las arcas oficiales en las que están depositados muchos billones de pesos esperando ser invertidos, con apariencia de licitud, en beneficio de los candidatos gobiernistas.
Pero si Petro anda cómodo promocionando su cruzada del rencor, por otro lado, con muy buenas maneras y gozando de merecida simpatía colectiva, el presidente de la Corte, Gerson Chaverra, se despide ofreciendo una entrevista en El Tiempo en la que insistió en puntos obvios como la independencia de la rama judicial, pero dejó dudas.
En efecto, el muy publicitado doctor Chaverra sostiene que: “La justicia no actúa motivada por intereses políticos ni con la intención de causar daño, sino en estricto apego al derecho y con el respaldo de sólidos argumentos jurídicos”. Se equivoca. Hay magistrados y jueces que obran por pasiones políticas e intrigas —pocos, pero los hay— porque siguen influyendo inclusive en altas cortes personajes como la célebre magistrada viajera al crucero del Caribe y de su mano un grupo de magistrados de altas cortes y tribunales que hacen sentir su inmenso poder no solo para proveer vacantes sino persiguiendo a críticos en los expedientes.
Cierto que el doctor Chaverra no ha militado en un partido político, pero no que no sea pastranista; allá él con su mal gusto, pero eso no lo hace merecedor del alevoso ataque por negro. El triunfante doctor Chaverra es un hombre meritorio, de buena fe, pero, por encima de todo, ingenuo, pues cree que la problemática judicial se resuelve con “la creación de un mayor número de funcionarios judiciales”. La cosa es muy grave. Además de la morosidad, hay corrupción en la Rama Judicial que enturbia la imagen de los muchos jueces y funcionarios honestos. Échese un paseíto y comprobará que hay redes en las que se venden decisiones al mejor postor, unas veces por cuenta de las rencillas, otras por la solidaridad de cuerpo entre togados, y las demás por el efectivo. Valdría la pena, por ejemplo, revisar los patrimonios de funcionarios y sus familias, porque allí aparecerán los hallazgos de los que sotto voce se habla en todos los rincones.
Adenda. Desastrosa la serie en Netflix de Cien Años de Soledad. Otro desacierto de los vástagos legítimos del Nobel.