Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Cuánto tarda realizar la prueba de la absorción atómica, conocida en el lenguaje corriente como guantelete, para establecer si una persona disparó un arma de fuego? Quienes conocen del oficio aseguran que el resultado de ese examen es casi inmediato, pues no se trata de una biopsia o de una averiguación compleja que demande estudios sofisticados o que requiera de equipos desconocidos. Lo mismo hay que decir sobre el tiempo que hay que invertir para realizar una necropsia con todas sus comprobaciones posibles, pues también es viable y fácil obtener resultados prontamente.
Si eso es así, ¿cuál es la razón para que la Fiscalía expida un comunicado informando que solo hasta el miércoles de la próxima semana tendrá claro si el coronel Dávila disparó o no la pistola de la cual salió el proyectil que acabó con su vida? Este es un asunto de seguridad nacional –este sí– porque esa trágica muerte de alguien tan cercano al presidente Petro y al entorno del escándalo del Niñera-gate no puede estar sujeto a dilaciones que dificulten establecer lo que el país necesita y exige saber cuanto antes.
Mientras, en los laboratorios de la Fiscalía se prepara lo que habrá de informar cuando a ella le venga en gana. En la expectativa colectiva crecen los rumores de que al coronel Dávila lo mató el gobierno, en especial porque, también en estos días de apremio noticioso, las redes y algunos medios difunden noticias, en su mayoría no confirmadas, que alimentan esa pasión enfermiza y mezquina por las habladurías. El chisme no es periodismo, ni nunca lo será, salvo para la farándula, la insidia o la calumnia.
La Fiscalía de Barbosa sabe, y es evidente que no puede ser indiferente, que mientras allá sus técnicos le dan largas a un informe que ya habrían podido entregar porque han pasado días y horas suficientes, circulan toda clase de versiones que dejan perplejo a quien las oye, las cuales obviamente inflaman el ambiente de zozobra. Por ejemplo, que en la casa de Laura Sarabia robaron no 7.000 dólares sino 3.000 millones de pesos que eran de Petro y que los sacaron en varias maletas, al parecer porque esto fue lo que habría dicho el coronel Dávila a una colega teniente de la policía, es, por decir lo menos, una bomba atómica. No hay rastros de que antes de emitir espectacularmente semejante “noticia” –sustentada en una fuente cuya identidad se mantiene “en confidencialidad” – se hubiese solicitado un pronunciamiento a Petro, a la Sarabia o a alguien de la Casa de Nariño.
Hicieron bien Petro y la Sarabia en desmentir la información que, además, tampoco se respaldó con un audio que recogiera el testimonio de la fuente ni con el auxilio de otra evidencia, por lo menos hasta ahora. El uso de fuentes reservadas solo puede justificarse si se respalda con suficiente y debida verificación y contraste. Hoy todavía se está a la espera de conocer detalles de esta bochornosa situación que revienta justamente cuando Petro aterrizaba en Alemania, donde fue recibido con ovaciones de un centenar de colombianos.
Es imposible suponer que Barbosa no le haya exigido a sus subalternos prontitud para entregar la prueba científica de si el coronel Dávila se disparó él mismo o fue asesinado, y que a pesar de eso esté interesado en no informar nada mientras, simultáneamente, enfrentamos las inverosímiles noticias de que Petro guardaba 3000 millones en la casa de su ex jefe de gabinete.
Esta sospecha lanzada contra Petro a través de una revelación que, con el correr de las horas y los días, se ofrece menos convincente ni siquiera es una forma del tal “golpe blando”, porque este es silencioso y a veces inadvertido. En cambio, sindicar al mandatario de tener 3000 millones en efectivo en la casa de una exfuncionaria, no es propiamente un vainazo blando sino un roquetazo.
En esta receta para el desastre, Barbosa deja un espacio vacío en la opinión que fácilmente se llena con especulaciones peligrosas. Y en esa fórmula diabólica no solo pierden Petro y el país entero, sino, aunque él mismo no lo crea, el propio Fiscal y sus esbirros perseguidores.
Adenda No 1. Las salidas en falso del ELN luego del acuerdo del cese temporal al fuego demuestran que los elenos no tratan a los negociadores del gobierno como contrapartes sino como aliados.
Adenda No 2. La intervención de Francisco Barbosa en la convención bancaria en Cartagena no fue la de un fiscal imparcial que acate la Constitución, sino la de un político abusando de su cargo para escalar burocráticamente.