Mientras crecen las denuncias por fraudes en las pasadas elecciones, sin que Fiscalía, Procuraduría y mucho menos el subpresidente se hayan inmutado, también van quedando claras las peligrosas cartas con las que Uribe, Fico y Duque se proponen enfrentar lo que resta de esta campaña presidencial. El robo de votos en sus narices no les inquieta, solo les importa quedarse en el poder como sea; por eso usan el mismo lenguaje agresivo y mentiroso para torcer en su favor la voluntad popular. Era previsible que con un registrador fruto de la corruptela iba a pasar lo que está pasando y la tragedia que está por ocurrirnos.
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Mientras crecen las denuncias por fraudes en las pasadas elecciones, sin que Fiscalía, Procuraduría y mucho menos el subpresidente se hayan inmutado, también van quedando claras las peligrosas cartas con las que Uribe, Fico y Duque se proponen enfrentar lo que resta de esta campaña presidencial. El robo de votos en sus narices no les inquieta, solo les importa quedarse en el poder como sea; por eso usan el mismo lenguaje agresivo y mentiroso para torcer en su favor la voluntad popular. Era previsible que con un registrador fruto de la corruptela iba a pasar lo que está pasando y la tragedia que está por ocurrirnos.
La Casa de Nari no ofrece garantías de imparcialidad a quienes no son sus consentidos. Empezó con la suspensión de la Ley de Garantías para multiplicar la contratación interadministrativa en época electoral. Los dolosos resultados ya se han visto, sin que los empresarios que aseguraban que no habría corrupción hoy defiendan el frankenstein.
Duque se aprovecha de la inmunidad e impunidad de las que goza y descaradamente oficia como contradictor de Petro y Fajardo. Ha tomado partido por Fico, el candidato del Centro Democrático (CD), un señor inexperto, inculto también en el arte de gobernar, ordinario y dueño de un vocablo sicarial (“vos dijistes”).
Algunos medios cercanos al Gobierno ya se matricularon en esa cruzada para convertir en jefe de Estado a Fico. Esa fue la sensación que desde el mismo día de las elecciones propalaron al presentarlo como futuro mandatario. Con embustes similares, respaldados por el CD y el Gobierno, le están dando al heraldo de El Ubérrimo el tratamiento de mesías, cuando es peor que Uribe y Duque juntos.
Para rematar, lo que está pasando con la Fiscalía de Barbosa poco difiere de la Nicaragua de Ortega. Ahora se sabe que a pesar de que un concepto de un comité técnico de la Fiscalía recomendaba no imputar a Sergio Fajardo porque no encontró delito alguno en su conducta como gobernador de Antioquia, sin embargo, cinco días después le formularon los más disparatados cargos penales, con lo que además de difamarlo lo han puesto en riesgo político y personal. Coincido con Fajardo en que es difícil creer que esto se hizo sin enterar a Duque y sin su visto bueno.
El gran contradictor de Petro no es Fico, porque no tiene cómo, sino Duque, sus ministros y Uribe. No hay propuesta petrista que no sea refutada por ellos, porque no están gobernando sino dedicados a contradecir al candidato del Pacto Histórico. Cuentan inclusive con el auxilio de empresarios, como el presidente de Asofondos, militante de todos los gobiernos.
Petro sostiene que de ser presidente cambiaría el sistema de pensiones para garantizar que los ciudadanos accedan al dinero una vez cumplan la edad correspondiente, y otra vez Duque insulta a Petro llamándolo demagogo, mientras Uribe lo tilda de populista y narcoterrorista. Y el lorito de Fico repite. Según Duque, esa propuesta “es quitarles el ahorro a las personas y volver eso plata de bolsillo para financiar demagogia”, e insistió en la falacia propalada por Fico, Uribe y el CD de que esta proposición es una expropiación, discurso malintencionado que intentan volver verdad para asustar, cuando en todos los tonos y escenarios Petro ha negado que expropiaría.
Cuando Petro dijo en tono de burla que los votantes deberían recibir los pesitos por la compra de votos pero siempre que no sufragaran por quien les pagó, el próspero y acaudalado ministro del Interior, Daniel Palacios, aseguró que eso es delito. Luego Duque remató la infame jurisprudencia de su Gobierno experto en hacerse el loco frente a sus propios crímenes y en ignorar los delitos del gigantesco fraude electoral del domingo anterior. Uno de los Galán había expresado algo parecido a lo de Petro, solo que como no tenía opción de ganar no se les abrió el Código Penal por donde ellos transitan con comodidad.
Inútil pedirle a Duque que se preocupe por detener el fraude electoral. Ya no hay reversa. Ahora que prendió la mecha de una bomba que puede destruirlo junto con su mentor y el cantinflesco Fico, al menos que se serene y piense en el país que dejará cuando termine su desastroso y corrompido cuatrienio.
Adenda. Al alcalde de Medellín le recuerdo lo que decía un pariente en Buga cuando le preguntaban si la masturbación era mala: “No, mijo, lo que pasa es que cuando uno termina queda muy solo y muy triste”.